Desde la noche del 24 de septiembre, cuando se propaló la noticia sobre Consuelo Araújonoguera, los músicos vallenatos organizaron una marcha de acordeones, cuyo rasgo sobrecogedor fue su languidez, como si lloraran en silencio. Esa convocatoria no tuvo nada que ver con el oportunismo mediático, muchas veces en práctica a cada desgracia en Colombia.
No solo se trataba del secuestro de la fundadora y directora de un concurso de acordeoneros. Se había puesto en serio peligro la integridad de la persona que, a través del Festival, hizo posible, en buena parte, que el país volviera sus ojos a una región desconocida; que propuso las primeras teorías sobre los ritmos regionales; que sin cantar ni componer difundió el vallenato como pocos a través de sus artículos y sus libros, y que hasta última hora asistió a quien pidiera apoyo para una gestión folclórica.
Muchas veces estuvimos en desacuerdo con algunas de sus opiniones y decisiones. Pero muy pocas pudimos prescindir de ella a la hora de hacer algo significativo en el vallenato. Por ello, la orfandad de los viejos y jóvenes cantores no puede ser menos turbadora desde septiembre.
Nadie sabe qué ánimo dominará la inauguración del Festival Vallenato. Era tradición que Consuelo abriera el certamen, bailando por las calles de Valledupar vestida de pilonera, a la cabeza de un contingente de mujeres danzantes. A partir de esa imagen que observábamos Festival tras Festival, la población elaboró en sus mentes el ícono que hoy la representa. La Polla Monsalvo dice que le mortifica no haber cumplido a cabalidad la orden que le había dictado Consuelo: Cuando me muera, me entierran vestida de pilonera, parada, y colocan de epitafio: Aquí yace Consuelo Araújonoguera, de pie, conforme vivió .
Ella sabe que con tanto dolor no hubo tiempo para nada. El epitafio sí está, tal cual, ha dicho Cecilia.
Han pasado seis meses desde su asesinato y, contra lo esperado, ninguno de los grandes autores ha proclamado su canción elegíaca por Consuelo. Rafael Escalona dice que no quiere que le toquen el tema porque no quiere llorar más. Gustavo Gutiérrez ha respondido, también, en la misma tónica. En cambio, un gran canto colectivo prepara la Fundación Festival Vallenato, que le dedicará la edición 2002 del Festival, que arranca este 27 de abril. Según la presidenta del certamen, Cecilia la Polla Monsalvo, la vida y obra de la ex Ministra de Cultura será el tema central del Foro Vallenato, la Plaza Alfonso López será adornada con motivos alusivos y los trofeos con que se premiará a los nuevos Reyes Vallenatos llevarán su nombre y su efigie de pilonera.
No son pocos los que han manifestado su preocupación por el futuro del Festival Vallenato, luego de la apoteósica cita de este año, en honor de la Cacica . Los recursos financieros son suficientes. Mas el poder de convocatoria y de persuasión de Consuelo -capaz de posibilitar lo imposible con una llamada telefónica- no parece tenerlo nadie en el país. De todas maneras, hay mucho corazón en la actual Fundación y, sin duda, Cecilia Monsalvo es la persona que más ha aprendido de Consuelo.
La de este año será una cita extraña, aunque vibrante, con los acordeones, a los que nunca hubo que pedirles que nos aliviaran, porque simplemente siempre lo hacían. El dolorimiento por la inmolación de Consuelo permanece inalterable y cuando nos paremos frente a la tarima Francisco el Hombre será inevitable no sentirnos como en su sepelio. Cuándo acabará toda esta tristeza por ella? La respuesta, de momento, parece tenerla la letra de un vallenato: Estas lágrimas terminarán / cuando no quede ni una más... .