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LA URBANIDAD ATACA DE NUEVO

Jartos de tanto protocolo y tanto regaño, desde los años 60 nos esmeramos en enterrar los modales de una vez por todas. Hoy, absurdamente, nos raya el oído el quiubo, marica con que se saludan las quinceañeras y nos espelucamos ante neologismos como la retrochimba , calificativo de los muchachos para alabar, entre bostezos y eructos, la película de moda. (VER GRAFICOS: PREGUNTAS OPINOMETRO)

FRANCISCO CELIS ALBANEditor de DomingoEditor de Domingo
Jartos de tanto protocolo y tanto regaño, desde los años 60 nos esmeramos en enterrar los modales de una vez por todas. Hoy, absurdamente, nos raya el oído el quiubo, marica con que se saludan las quinceañeras y nos espelucamos ante neologismos como la retrochimba , calificativo de los muchachos para alabar, entre bostezos y eructos, la película de moda.
(VER GRAFICOS: PREGUNTAS OPINOMETRO)
En reacción, autores y editoriales han venido cual superhéroes a salvar de la tumba el buen comportamiento. Quieren que no hablemos más cochinadas en la mesa, no nos limpiemos con los manteles, no gesticulemos como gladiadores con los cubiertos ni les disputemos a empujones los puestos libres a los abuelitos y a las embarazadas en el transporte público.
Uno de estos mesías de las buenas es Intermedio Editores, que acaba de publicar El libro de la convivencia -investigado y redactado por Julio Orozco-, que actualiza la vieja urbanidad a través de la moderna nación de convivencia y del respeto al otro.
También la editorial Voluntad (que hasta 1960 vendió 250 mil ejemplares de la Urbanidad del venezolano Manuel Antonio Carreño, un clásico latinoamericano más leído que la Odisea y El Quijote juntos) ha puesto en el mercado Urbanidad hoy, nueve textos escolares de Evelia Porto de Mejía.
Otro, es Norma, que publicó Etiqueta para profesionales y Servicio al cliente para Dummies, de temas confluyentes aplicados al mundo de la empresa.
Y hay también autores solitarios, como Neftalí Martínez Rusinke, locutor y compositor que escribio en rima Los versos del buen comportamiento, un intento por volver divertido el odioso aprendizaje.
Una curiosidad bibliográfica
En esto que la urbanidad hay bandos irreconciliables. Quienes consideran perfecto que esté sepultada y quienes añoraban hacía el tiempo el momento de su regreso.
El escritor Alfredo Iriarte, cachaco bogotano y a la vez iconoclasta profesional, hoy lamenta la pérdida de un ejemplar que tenía de la edición original de la Urbanidad de Carreño. Me servía para hacer reuniones con los amigos y morirnos de la risa. No sonarse con el mantel y no gargajear en la mesa son cosas demasiado obvias. Eso no se le ocurre ni a un peón. Y lo de no sacar a bailar a una mujer sin tener un pañuelo en la mano; qué tal esos macacos de hoy en las discotecas. Son vainas elementales, de sentido común .
El solo título era una incitación al bostezo: Urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos; en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales; precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre.
Para Iriarte, la Urbanidad está completamente abolida y hoy no pasa de ser una curiosidad bibliográfica. Carreño tenía una serie de normas que se cayeron no porque no fueran válidas, sino por obvias, como echarse pedos en público .
Julio Orozco es un tipo años 70, que creció bajo la influencia de los Rolling Stones. Recuerda que este grupo desempeñó un papel agresivo, por contraste con lo buenos chicos que eran Los Beatles.
En una carátula salían de espaldas, y al fondo se veía a uno orinando en una esquina , dice. Se creó así la imagen del tipo de hombre con el que ningún papá dejaría salir a su hija .
Después se volvió un glamour ser todo basto. Lo que nunca nos imaginamos es que íbamos a terminar defendiendo la urbanidad , comenta Orozco, y aclarando que pese a todo se siente más cerca del comportamiento de los muchachos, que de Carreño.
A la periodista Graciela Torres, la Negra Candela , amiga del chisme, criticada por impertinente y locuaz, le pregunté dónde le enseñaron urbanidad y respondió orgullosa: Fui muy bien educadita con las monjas vicentinas. Intentaron enseñarme todas las normas de urbanidad: no responder a los mayores, buenas maneras en el comedor, agachar la cabeza delante de su reverencia. Pero, cuando llegué a la universidad, se acabó la educación .
Le parece que el nuevo auge de la urbanidad es un regreso de la hipocresía y el convencionalismo. Es para satisfacción del gusto de los demás, para que diga la vecina qué niñita tan bien puesta . Coarta el libre desarrollo de la personalidad .
Y si una amiga suya llega a su casa y sus hijos le dicen qué peinado tan feo , usted qué hace? Mis amigos no esperan que los hijos de la Negra Candela sean modelo de urbanidad. No puedo decirles nada, porque hijo de tigra sale pintado: frenteros, auténticos, a defender su punto de vista .
Enseñar sin regaños
En el otro bando, están personas como Neftalí Martínez Rusinke y Evelia Porto de Mejía, autora de El arte de la etiqueta, que apareció hace 13 años, y aún sigue siendo publicado.
A Martínez, la ciudad de Bogotá, con su caos y su desorden, le inspiró Los versos del buen comportamiento. Pero su imperativo no fue la enseñanza de la urbanidad y los buenos modales, sino de las ventajas del sentido común. Podremos convivir de la mejor manera si actuamos con sentido común , dice.
Evelia, por su parte, tiene una visión de la urbanidad que se alinea con la de Carreño, en aquello de que el buen comportamiento no es otra cosa que convertirse en mejores seres humanos que a través de conductas honran a Dios. Y amplía el foco a ingredientes como civismo, convivencia, tolerancia, valores familiares y patrios, además de los buenos modales, que ella enseña en sus libros de forma amable y sin regañar .
Admite que nos aburrimos de la urbanidad porque las normas de Carreño eran rígidas y malentendidas . Y explica que su idea ahora es que al niño lo vayamos llevando hasta la juventud, insistiéndole en que, a través del amor, la consideración, la autoestima, haremos una sociedad mejor, para poder convivir y querernos los unos a los otros. No es regañar, es hacerles ver el lado bueno de las cosas .
Ha cambiado la urbanidad de ayer a hoy? Han cambiado normas. Antes una mujer no podía salir sola a la calle, no podía iniciar una comida, tenía que ser el jefe de la casa. Ya podemos salir sin guantes y sin sombrero, ya los hombres no se visten solo de negro y tenemos una moda más lógica de vestir. Pero no sonarse con los manteles tiene vigencia .
Después del éxito de la Urbanidad de Carreño, Gastón de Bedout, gerente general de Voluntad, es optimista con este renacimiento del tema. Medio en serio medio en broma, dice que ya Voluntad no publica a Carreño, pero que alguien debería hacerlo, para que les enviara una caja de ejemplares a los guerrilleros en el Caguán: Falta que les hace .
FRANCISCO CELIS ALBANEditor de DomingoEditor de Domingo
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