En qué mal momento se nos fue Próspero. Al rememorar a doña Inés y saborear la estampa de las mulatas lujuriosas y las blancas hipócritamente pecadoras, nos quedamos pensando dónde se habría situado el ambiente de una gran trilogía, que por desgracia Próspero no pudo terminar.
LA MUJER DOBLE
Presente el impacto mental e intelectual que causó Los pecados de Inés de Hinojosa, encontramos la segunda obra en esta que podríamos llamar una serie, del gran Próspero Morales. A él tenemos la respuesta al mensaje que quiso enviar con su novela a los lectores colombianos. Sí, el gran Próspero consiguió el milagro. Trasladó la cautivante imagen de doña Inés --violenta, pecadora--, dentro del marco de un ambiente cundiboyacense, al trópico. De la Tunja helada, olorosa a changua, poblada por altivos españoles y marrulleros indígenas, lleva al lector a otro clima ardiente, tropical, olorosa a palmera y a mar. No parecía fácil ni lo es reproducir una trama tan admirable como la de doña Inés, a la cual imaginamos perfectamente los cundiboyacenses, de Tunja a Cuba. No era fácil, pero Próspero Morales lo consiguió en La mujer doble. A doña Inés, como a casi todas las obras originales, no la supera la segunda parte. La mujer que lleva en su cuerpo la posibilidad de un doble ser, se compara
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