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LA INVERSIÓN DECEPCIONÓ

El habitante promedio de San Vicente del Caguán (Caquetá), principal municipio de la antigua zona de distensión, tiene la impresión de que haber servido de sede para los diálogos entre el Gobierno y las Farc le dejó a ese municipio muchas expectativas y pocas realizaciones. Por lo menos en cuanto a obras públicas y de beneficio común se refiere.

El habitante promedio de San Vicente del Caguán (Caquetá), principal municipio de la antigua zona de distensión, tiene la impresión de que haber servido de sede para los diálogos entre el Gobierno y las Farc le dejó a ese municipio muchas expectativas y pocas realizaciones. Por lo menos en cuanto a obras públicas y de beneficio común se refiere.
En la visita que realizó, luego del rompimiento del proceso de paz, el presidente Andrés Pastrana dijo que su administración ha hecho una inversión de más de 120.000 millones de pesos en los cinco municipios desmilitarizados, durante los tres años y medio que duró el acercamiento con el grupo armado.
Sin embargo, las autoridades de San Vicente creen que esa suma es exagerada y que, si bien hay cosas para mostrar, las necesidades más apremiantes no se cubrieron.
El secretario de Obras Públicas de San Vicente, Epifanio Melo Valero, puso como ejemplo el alcantarillado, cuyo costo es de 12.000 millones de pesos, el cual nunca se hizo y que actualmente ni siquiera tiene dineros asignados para su construcción.
Según Melo, una de las pocas obras que se realizaron fue el acueducto, pero a medias. Se invirtieron 1.100 millones de pesos en la bocatoma, el desarenador y diez kilómetros de línea de conducción. La obra no sirve, pues hacen falta 500 millones para construir cuatro kilómetros de líneas y ponerlo a funcionar.
La decepción de los habitantes es mayor en lo que se relaciona con pavimentación de vías, pues ninguno de los 1.800 kilómetros cuadrados de vías rurales que tiene San Vicente fue asfaltada durante el tiempo que duraron los diálogos con las Farc.
Así mismo, de la carretera San Vicente Neiva apenas se pavimentaron 70 de los 280 kilómetros que tiene esa vía. Tampoco, según Melo, se hizo la electrificación entre San Vicente y la vereda La Sombra.
Además, de las 285 escuelas rurales que existen en el municipio, 90 por ciento están en mal estado, y el presupuesto de educación, que para este año fue fijado en 850 millones de pesos, no alcanzará ni para pagarles a los maestros.
Pero no todo son quejas. Los sanvicentunos reconocen que durante el tiempo que duró el despeje se construyeron algunos puentes rurales, como el de la inspección de Campo Hermoso que costó 367 millones de pesos.
También se mejoró la vía a La Macarena, y la telefonía llegó a un cubrimiento de 90 por ciento en la zona urbana, con la instalación de 3.000 líneas.
El Gobierno Nacional destinó igualmente recursos para la compra de un carro de bomberos y de una ambulancia para el hospital local.
Pero si la inversión pública no fue la que esperaban los habitantes de San Vicente, la privada superó las expectativas.
En este sentido, el comercio es uno de los indicadores más elocuentes: de 500 locales que existían en el casco urbano del municipio hace tres años, se pasó a más de 600.
Igualmente, se construyeron dos nuevos hoteles: el Alcalá y el Orquídea Real, aunque la infraestructura del sector, representada básicamente en pequeñas residencias, no creció.
Ahora, con el fin del proceso, los comerciantes del municipio, agremiados en la Asociación de Comerciantes de San Vicente (Acosan), temen que después del 20 de febrero, cuando Pastrana anunció la terminación de los diálogos con las Farc, la inversión se vaya a pique, pues algunos negocios cerraron y varios comerciantes se fueron.
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Aunque las autoridades volvieron a San Vicente del Caguán tras el rompimiento del proceso de paz con las Farc, muchos temen que la economía local se vaya a pique debido a la intensificación de la guerra.
Milton Díaz / EL TIEMPO
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