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LA HONRADEZ DE PEDRO PASCASIO MARTÍNEZ

Caía brumosa la tarde sobre el campo de batalla cuando ocurrió el asombroso episodio. Y aún resonaba el estruendo de la vergonzosa huída de los realistas y las descargas al aire de la vanguardia santanderista capturándolos cuando, descuidando los caballos que les había encargado el Libertador, el negro José y el campesino Pedro Pascasio se precipitaron lanza en ristre sobre dos oficiales realistas que trataban de esconderse tras unos barrancones. Al tratar de defenderse uno de ellos con su espada, el llanero lo alanceó. Y el otro, con catadura de jefe, fue acosado a golpes de lanza por el campesino. Aunque su coraza lo salvó de las arremetidas del adolescente, una pequeña herida en la garganta lo obligó a rendirse.

Ocurrió entonces lo inesperado. El coronel José María Barreiro, comandante de la Tercera División del Rey pues no era otro, derrotado en las márgenes del Teatinos, suplicó a su captor que lo dejara libre a cambio de una fortuna. Dicho y hecho. Mostró a quien lo apercollaba con la lanza la faja repleta de monedas de oro, que Pedro Pascasio pudo apreciar aunque no deslumbrado, con el ánimo de entregársela. Entonces, y para estupor suyo, al decirle: Yo soy el general Barreiro, toma y suéltame , por toda respuesta recibió una orden y además amenazante: Siga adelante y si no lo arreamos , fue la tajante advertencia.
Por tan respetable y honesto acto de valor y de honradez, Bolívar gratificó al campesinito boyacense con 100 pesos y le confirió el grado de sargento. Tenía 13 años de edad.
Después transcurrió su longeva existencia anónima y triste, trabajadora, silenciosa y sufrida, hasta la muerte. Su hoja de servicios es tan simple como su vida misma. Se enroló como ordenanza del Libertador, cumplió su ejemplar hazaña el 7 de agosto de 1819 y fue licenciado del ejército en Honda. El resto de su vida, 65 años, permaneció recluido en su pueblo natal, Belén de Cerinza, en Boyacá, entregado a los duros oficios de leñador y carguero. Ganaba el pan cotidiano con la espalda mojada y encorvada y dolorida la frente por la huella que deja el pretal de lona de los acarreadores.
En Belén, donde nació el 20 de octubre de 1807, murió el niño-héroe de la Independencia el 24 de marzo de 1885. Era entonces un anciano más para la sociedad y un prócer menos para la historia!
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