Shamir se reunió anoche en su despacho con el subsecretario de Estado estadounidense, Lawrence Eagleburger, quien llegó ayer a Tel Aviv. Según la prensa local, el objetivo de Eagleburger es impedir una reacción militar israelí tras los ataques de Irak, el viernes y el sábado pasados.
Israel manifestó que la ayuda de emergencia brindada por Estados Unidos para hacer frente a los misiles iraquíes, la cual incluye la presencia de militares estadounidenses, ha señalado un estrechamiento de las relaciones entre ambos países.
El Gobierno de Washington envió misiles Patriot, acompañados de sus dotaciones de servidores, para contrarrestar los bombardeos iraquíes con cohetes Scud de diseño soviético. Funcionarios del Pentágono dijeron que los Patriots, los cuales llegaron el sábado, están en condiciones de ser empleados.
Shamir dijo ayer que a la televisión israelí cuando se le preguntó si él había variado la tradicional política de rápida y masiva represalia: no hemos cambiado nuestra política. Pero defendernos nosotros mismos, luchar, no significa que tengamos que hacerlo sin sabiduría, inteligencia, consideración, sin evaluar las condiciones en que estamos actuando. Esta no es una cuestión de ping-pong: tú me golpeas, yo te respondo . Reina la tensión La claustrofobia resultante de los largos períodos de alerta que pasaron encerrados, y con máscara antigás, y el obsesivo fantasma de una guerra química traumatizan a los israelíes. Aunque por una suerte inverosímil los dos bombardeos de misiles Scud no mataron a nadie directamente, los israelíes se dieron cuenta de repente de que el país no es inexpugnable y de que es posible que se presenten bombardeos químicos , explicó una sicóloga de Jerusalén, Atar Ornan.
En casi todas las familias parece haber uno o más niños reacios a la máscara antigás, la cual les provoca una sensación de asfixia. Según el sicoanalista Micha Neumann, los niños muy pequeños se aterrorizan cuando ven a sus padres con la máscara puesta, con caras de enormes saltamontes. Pero también muchos adultos se resienten de las horas de encierro. Hay muchos casos de vómitos y trastornos respiratorios. Las falsas alarmas se multiplican y, hasta después, no se sabe si son falsas .
Se han presentado casos extremos, entre ellos una muerte por paro cardíaco. En muchos casos el temor a un ataque químico o bacteriológico reviste carácter de fantasma profundo y alucinatorio. No se olvide que para el pueblo judío la simple mención del gas remite a horribles recuerdos señaló Neumann. Además, el pueblo de Israel está habituado a defenderse, a reaccionar de inmediato a todo ataque, y en los últimos tres días se ha sentido por primera vez maniatado e impotente a merced de unos y otros .