Audiovisuales, por cuenta de la crisis, de un momento a otro terminó programando 41 horas a la semana en los canales Uno y A. Por fortuna, la programadora estatal es dueña del catálogo de televisión cultural más amplio e importante del país, lo cual, en medio de la actual tragedia económica, representa un beneficio grande para la audiencia.
Y aunque Punch no es la primera programadora que devuelve espacios, esta devolución sí es las más significativa, dado que es la empresa de televisión más antigua del país y pionera en muchos desarrollos del sector.
Favorece a las programadoras en esta coyuntura el hecho de que se les permita renunciar a los contratos de concesión sin indemnización alguna. No obstante, en algunos casos esas renuncias ponen a unas programadoras a caminar por el filo de la ley, ya que quedan con menos del mínimo de horas legales establecido, que es el 7.5% de las adjudicadas en cada canal.
La aplicación a todas las programadoras de este derecho a renunciar, es una interpretación generosa del Artículo 17 de la Ley 335 de 1996, que en realidad fue escrito para las programadoras que en su momento resultaran beneficiadas con la concesión de un canal privado. Merced a ese artículo Caracol y RCN pudieron emigrar sin mayores problemas hacia sus propios canales. Sin embargo, esas renuncias son legales dado que esa interpretación de la ley ya fue avalada por las altas cortes.
El retiro de Punch coincidió con el debate en la Comisión VI del Senado a la crisis de la televisión. No obstante que allí estuvieron las máximas autoridades del sector, todo lo que se dijo era asunto conocido: las cifras de la crisis, su impacto sobre las finanzas de la industria y cómo eso en últimas afecta la calidad del servicio.
Dos intervenciones en ese debate ampliaron el tema y aportaron elementos nuevos para el correcto análisis de la crisis. El senador Mauricio Jaramillo mencionó que en medio de semejante crisis la CNTV había aumentado sus gastos en una suma cercana a los cuatro mil millones de pesos. O sea el 40%. Y el senador Alfonso Lizarazo, quien habló de la baja calidad de la programación y del exceso de televentas como una de las posibles causas de la pérdida de audiencia, y acicate de la crisis.
De igual manera, Lizarazo hizo un llamado para que las políticas de alivio que se adopten en favor de las programadoras no terminen sacrificando a los trabajadores ni incrementando el desempleo. Y responsabilizó a esas empresas de haber contribuido a incrementar su propia crisis al venderle a los canales privados algunas de sus mejores producciones.
En todo caso, como consecuencia de la coyuntura, las empresas del sector comienzan a reacomodarse y la industria gira hacia la especialización de funciones: unos son los programadores, otros los productores y otros más los comercializadores. Será así el futuro?