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PÓLVORA, EN VÍAS DE EXTINCIÓN

Para al menos tres generaciones de colombianos, en los últimos 50 años, uno de los sinónimos de la Navidad era la pólvora Mariposa, y particularmente las chispitas, cuyo jingle televisivo es todavía tarareado a pesar de que hace casi cinco años ya no se emite.

Hoy, las luces de bengala Mariposa están a punto de desaparecer, así como la empresa que les dio vida. La prohibición al uso de pólvora en la mayoría de ciudades del país tiene al borde de la quiebra a esta compañía de Bucaramanga que fue bandera de la industria polvorera, un sector que millones de colombianos relacionan todavía como parte vital de sus celebraciones y fiestas de pueblo.
Cabe anotar que si bien la firma bumanguesa está registrada en esa ciudad desde 1952, su existencia se remonta a 1899, cuando el patriarca de la familia, Leopoldo Nuñez Ortiz, comenzó a hacer fuegos artificiales en Bogotá.
Desde 1995, cuando la administración de Antanas Mockus inició en la capital del país una campaña de regulación a la venta de pólvora, la Fábrica de Fuegos Artificiales Mariposa ha visto cómo se reduce drásticamente año a año su mercado.
Ese año, la Alcaldía prohibió la fabricación, el almacenamiento y el transporte de artículos pirotécnicos. La disminución en el número de lesionados por pólvora (básicamente quemados e intoxicados) fue radical. Según datos de la secretaría de Salud, de los 204 casos del 94 se pasó a 77, menos de una tercera parte.
La falta de controles y el hecho de que estuviera prohibida la producción pero no el uso hicieron que la cifra de accidentes se subiera de nuevo a 135 casos en el 2000. Ante esto, la Alcaldía, de nuevo bajo Antanas Mockus, decretó la prohibición definitiva de la quema de cualquier fuego artificial, incluidas las luces de bengala.
Casi de inmediato, nuevas ciudades empezaron a adherir al experimento bogotano, y hoy prácticamente todas las capitales, con excepción de Bucaramanga, tienen proscrita la pólvora, o aceptan solamente el uso de bengalas (ver nota anexa).
En Cali, este año se volvió a aprobar su uso, luego de varios años de restricciones, lo cual generó una gran polémica, y que la ciudad se llevara el récord de niños quemados en la noche de las velitas, con 20 casos contra 13 de Bogotá, que tiene el triple de población.
Con la proscripción generalizada quedó sellada aparentemente la suerte de Mariposa y de la industria pirotécnica en el país. Según la gerente de la fábrica, Martha Cecilia Sarmiento de Gómez, en los últimos cinco años su producción ha caído en un 50 por ciento y el número de empleados ha decrecido aún más.
Mariposa llegó a tener cuenta ella casi 300 empleados en sus buenos años, pero desde el 95 eso ha venido bajando. Este año tuve menos de cien y no trabajando todo el tiempo, sino en diferentes etapas de la producción .
Algo muy revelador es que antes los trabajadores salían en diciembre, descansaban en enero y volvían en febrero. Ahora la producción empieza en mayo, y los únicos que tienen trabajo fijo todo el año son los celadores.
Según la ANDI, el bogotano es el segundo mercado en importancia para las ventas decembrinas de Mariposa, después del de Bucaramanga. El año pasado, cuando la Alcaldía amenazó con prohibir las ventas en la capital santandereana, la empresa y la Asociación se unieron para explicar sus argumentos al Alcalde.
Carlos Andrés De Hart, gerente de la seccional Santanderes de la ANDI, declaró: Por fortuna en el 2002 se llegó a un acuerdo y este año no hubo problema, pero esa es una pelea que hay que dar cada año en todos los municipios. El día que en Bucaramanga se apruebe un decreto así, Mariposa se puede quebrar en una sola Navidad .
Para contrarrestar la pérdida del mercado original, Mariposa ha intentado enfilarse a los espectáculos pirotécnicos, pero esta es una actividad de muy bajo impacto en Colombia.
Polvoreros que no quieren morir
Don Ignacio Contreras, de Samacá (Boyacá), es polvorero desde hace 52 años, cuando tenía 12 y lo aprendió con su familia. El no está dispuesto a dejar morir una tradición que considera de la entraña misma del pueblo colombiano.
Por eso, ante el estrechamiento del mercado por cuenta de prohibiciones en casi todo el país, él decidió jugársela por la industria pirotécnica de gran escala, la de los llamados castillos.
La pólvora es mejor que las personas la disfruten con la contemplación y no quemándola. Los expertos y profesionales en el arte son los que deben manipularla , dice este Rey de reyes de la pólvora, distinción conseguida en el festival de Villa de Leyva en 1988.
José Rozo Lara, cabeza de la actual generación de pirotécnicos de Chiquinquirá, y reciente ganador del Festival de Luces de Villa de Leyva, está encaminado por la misma senda.
No vivimos de la pirotecnia, pero no la queremos dejar desaparecer dice él- . Por eso nos metimos en las ferias y fiestas patronales, en los concursos regionales y nacionales. Ahí siempre hay demanda .
Un negocio perseguido en casi todas partes
La semana pasada en Cali, la Alcaldía expidió un decreto por el que se permitió de nuevo la venta de pólvora, aunque solo en supermercados, hipermercados y demás almacenes de cadena.
La medida causó revuelo general. Los médicos de los hospitales Universitario del Valle (HUV) y San Juan de Dios rechazaron el decreto, y la ciudad tuvo el mayor número de quemados en todo el país el día de las velitas. En total fueron 20 lesionados.
La decisión de la Alcaldía, además va en contravía de lo que se está viendo en casi todas las ciudades colombianas. En Medellín, por ejemplo, donde está proscrita desde el 2001, es imposible encontrar alguna empresa legal que produzca artículos pirotécnicos; tanto así que cualquier espectáculo de fuegos artificiales debe hacerse con Mariposa, de Bucaramanga.
El año pasado ingresó al club de la prohibición Pereira. Muchos de los 60 polvoreros de esta capital se dedicaron a otras actividades, y otros mantienen negocios clandestinos en barrios como Cuba, Japón y El Dorado.
El problema de la pólvora casera es grave en Barranquilla, donde la pólvora está prohibida desde hace cinco años. Allí, en ese lapso, ha habido un gran incendio por año, por cuenta de los polvoreros piratas.
En Cundinamarca, la Gobernación decidió que cada alcalde reglamentara el uso de acuerdo a su municipio. Sin embargo, en todos está prohibido el uso de pólvora detonante sin efectos luminosos.
En Armenia la restricción también es para este tipo de pólvora, pero para controlar su venta solo se puede conseguir en la carrera 18 entre calles 36 y 37, hasta el 6 de enero.
Villavicencio sigue siendo una de las pocas capitales donde la venta sigue siendo libre. Los vendedores tienen sus tradicionales casetas en las afueras de la ciudad. Extrañamente en esta ciudad no se ha reportado un solo quemado en esta Navidad.
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Las Chispitas Mariposa eran uno de los objetos infaltables de la Navidad colombiana. Hoy ya no se ven en casi ninguna parte, a pesar de que, según sus productores, no contienen pólvora.
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