Durante este tiempo desaparecieron esos albañales que conducían las aguas negras de manera escueta para provocar epidemias de tifo y otras enfermedades. Egipto, Las Aguas y Las Cruces, entonces arrabales dispersos, terminaron unidos por un mismo destino de centro histórico, en buena parte decadentes. Y aquella Santa Fe gris, paramuna y de faldas largas, ha quedado tras el bochorno sabanero y los ombligos desnudos de sus mujeres.
Sobre su presencia todavía nadie se percata, aunque muy cerca pasan ríos de bogotanos. Los 10 mil pasajeros de TransMilenio que a diario llegan hasta la estación de Las Aguas, los universitarios con su acelere de lunes a viernes y los peregrinos de Monserrate, en la parsimonia del domingo, cruzan sin saber que ahí, en la calle 18 con carrera tercera, donde hoy se construye una plazoleta sin nombre, empieza a descubrirse otra pieza de la arqueología bogotana.
Su construcción se inició el 12 de diciembre de 1870. Las obras tardaron 248 días y el costo total fue de 4.540 pesos de la época. En las columnas de los costados tenía la siguiente inscripción: De la municipalidad de 1870 a Cristóbal Colón .
Sin embargo, el puente permaneció intacto apenas unos cuantos meses, porque una gran avalancha, ocurrida en 1872, habría de llevarse casi todos los puentes sobre el río San Francisco. -Solo quedó el de San Victorino y el que daba paso sobre la carrera Séptima-.
Después de restaurado y de muchos años de servicio, en la primera mitad del siglo XX su ubicación marcaría la canalización moderna del río. La avenida Jiménez dejaría las aguas subterráneas y también dejaría bajo tierra esas construcciones que servían para conectar uno y otro lado de la ciudad.
Los puentes quedaron entonces como fantasmas enterrados, hasta una noche de febrero del 2000, cuando en medio de las obras del Eje Ambiental salió a flote el cuerpo completo del Puente Boyacá, construido en 1905 -cuya recuperación todavía no se ha podido adelantar por falta de presupuesto-.
Y el pasado 12 de septiembre, a una cuadra de allí, sobre el costado noroccidental de la plazoleta, cuando los obreros realizaban excavaciones para instalar tuberías de aguas lluvias, se encontró una construcción en piedra y ladrillo centenario.
El Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) reportó el hallazgo al Grupo de Protección y Centros históricos del Ministerio de la Cultura, y al Instituto Colombiano de Antropología. Historiadores y arquitectos hicieron los estudios del caso y coincidieron en que efectivamente se trataba del puente Colón. En los próximos días se retirará, manualmente, el material que lo cubre, para determinar su verdadera posición, pues todavía no se sabe cuál de los dos arcos es el que está sobre la plazoleta. Por eso no se descarta que el otro se encuentre debajo de la carrera tercera.
Por fortuna, la parte que encontramos está sobre una zona verde de la plazoleta que se construye, así no impactará la culminación de este proyecto ni la futura recuperación de esta pieza , dice María Luz Medina, directora de Espacio Público del IDU.
La plazoleta será terminada, según lo previsto, en noviembre, y de acuerdo con las proyecciones, la estructura del puente será cubierta con zona verde, donde se instalará una placa en piedra, mientras se gestionan los recursos para vincular esta gran pieza a la vida urbana. La comunidad del sector y muchos bogotanos solo esperan que la placa no diga: Aquí yace un puente .
Otros puentes Además del puente Boyacá, construido en 1905 y encontrado en el 2000, sobre el río San Francisco también se levantaban el puente Holguín, cerca del boquerón entre Monserrate y Guadalupe, el puente del Libertador, el de Santander, el puente Gutiérrez o de Latas, el de Cundinamarca, el puente Nuevo, el de Filadelfia, el de Los Micos, el de San Victorino, el de Acevedo y Gómez, el de Los Mártires, el de Núñez, el puente Arrubla, el de Caldas y el puente Uribe.