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Pacheco, una estrella que se encendió con la televisión

El presentador más emblemático de Colombia falleció a los 81 años debido a una insuficiencia cardíaca el martes en la Clínica del Country.

Redacción El Tiempo
La primera vez que Fernando González Pacheco salió en un programa de concurso en televisión muchos espectadores llamaron molestos a la programadora Punch. Protestaban porque les parecía que ese desconocido era demasiado feo como para salir frente a las cámaras y conducir el espacio Agencia de artistas (1957). Una semana después, nadie volvió a llamar.
Pacheco, inmigrante español que llegó a Colombia a los 4 años e hijo de Doroteo González-Pacheco e Inés Castro Montejo, conquistó a la teleaudiencia, simplemente, siendo él: un hombre alegre, multifacético, cálido pero también avasallador, que rompía con todos los moldes de la recién llegada pantalla chica.
Reveló su vena artística, deportiva y aventurera desde muy joven. Le gustaba entretener y llamar la atención. Después de probarse en un cuadrilátero como boxeador y ser campeón de tenis de mesa de su colegio, El Hispanoamericano, de Bogotá, Pacheco se enroló como mesero en la Flota Mercante Gran Colombiana. Entre el corre corre del bar y los cocteles, se hizo célebre por sus chistes y por tocar la guitarra. En una de esas pausas, la fortuna hizo que el productor de televisión y dueño de Punch Alberto Peñaranda se le acercara para invitarlo a medírseles a las cámaras de televisión.
Pacheco se lanzó. Una licencia de 15 días que le otorgó la flota terminó siendo el comienzo de su carrera como animador, actor, músico y hasta lector de noticias. Fue el hombre orquesta, antes de que existiera Compre la orquesta, precisamente uno de sus programas insignia.
Los concursos fueron su fuerte. Fue el conductor de 'Qué pareja más pareja', 'Elija su pareja', 'Alcance la estrella', 'Cabeza y cola', 'Siga la pista', 'Sabariedades' (con su amigo Carlos 'El Gordo' Benjumea), 'El programa del millón', 'Compre la orquesta', 'Musical RCN' y 'Uno más uno, tres' (con Jota Mario y Gloria Valencia de Castaño), entre otros.
No era de los que se vanagloriaban de su éxito. Es más, siempre bromeaba con el hecho de ser feo y no tener registro, y jamás comentó en sus programas su indiscutible condición como rey absoluto de la televisión colombiana. Un estatus que le duró más de 40 años, en los que inclusive escribió su biografía, 'Me llaman Pacheco', y creó la programadora Coestrellas al lado de 'El Gordo' Benjumea y Bernardo Romero Pereiro.
Su ángel también le sirvió para conquistar a los más pequeños, a quienes consideraba los jueces más duros y sinceros. Fue una pieza fundamental en la consolidación de los espacios infantiles con el programa 'Animalandia', que se convirtió en un clásico del género al proponer un espacio al aire libre con música, concursos y payasos. Ahí se hicieron famosos Bebé (fallecido), Pernito, Tuerquita, Tribilín y Juanito. Pacheco estuvo al frente durante 12 años.
Pero el multifacético y arriesgado Pacheco quiso más. Experimentó con el medio periodístico con 'Cita con Pacheco', 'Pacheco insólito' y 'Charlas con Pacheco', con el que se consolidó como el mejor entrevistador del país. Aunque ganó un premio Simón Bolívar de Periodismo al entrevistar al general panameño Omar Torrijos, Pacheco siempre consideró que su mejor entrevista fue la que le hizo a Luis Carlos Galán. "El secreto es ser auténtico y no presumir. La figura es el invitado no el periodista", era la frase con la que resumía su éxito periodístico.
Tenía todos los premios, reconocimientos y diplomas posibles gracias a su trabajo, pero nunca dejó de ser amante de la rumba y buen amigo. Su círculo de amigos estaba conformado, entre otros, por Jimmy Salcedo, Hernando 'El culebro' Casanova y Jorge Barón, a quienes definía como unos pocos que hicieron grande a la televisión nacional.
Pero los años y la transformación natural del medio lo fueron alejando de las cámaras. Se sintió olvidado. En el 2000, al finalizar la emisión de su programa de concurso Quiere Cacao, anunció que se iba del país por amenazas contra su vida. Se instaló en Miami, donde reconoció muchas veces la tristeza de dejar su país.
Dos años después reapareció brevemente como entrevistador en una sección del magazín Día a día, de Caracol.
A pesar de seguir siendo un ícono y un hombre muy querido por los colombianos, quedaron atrás sus días como estrella y sus inolvidables locuras, como cuando se lanzó de un paracaídas, hizo las veces de torero (una de las pasiones, que lo llevó a convertirse en un reputado comentarista taurino) o voló en globo. Quedaron atrás también sus participaciones en obras de teatro y telenovelas (lo último que hizo fue Isabel me la veló, 2001).
Lentamente se sumió en el silencio alejándose completamente de la vida pública y de esa cámara que tanto lo mimó. Se dijo abiertamente que Pacheco estaba triste y deprimido, algo que él negó. Pacheco no se permitió mostrar una faceta que fuera en contra de esa imagen de hombre auténtico y alegre que consolidó a lo largo de su carrera en el espectáculo.
REDACCIÓN EL TIEMPO
 
Redacción El Tiempo
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