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Defensa imposible / Opinión

Hace treinta años recibir regalías por la producción del petróleo, que es de la nación, puso felices a varios cientos de ciudadanos. Quince años después muchos miles más pudieron ver los efectos de tan bondadosa medida de compensación. Treinta años después de estar recibiendo estos recursos unos pocos se han enriquecido y seguimos con problemas serios en agua, alcantarillados, educación de calidad, salud. Miles de ciudadanos siguen viviendo como en el siglo XIX y la pobreza pulula.
Hace 30 años todos estuvimos de acuerdo en que esta era una oportunidad de oro para solucionar diversos problemas y a fe que sí se pudieron mejorar algunas cosas, pero la capacidad imaginativa de unos pocos contratistas con la ayuda de las administradores y el beneplácito de quienes tenían la tarea constitucional de controlar y vigilar, miles de millones se fueron por cuentas personales y salieron incluso del país. Nos hicieron un conejo mayor.
Hace 30 años pensamos que en el 2000 tendríamos agua potable en muchas poblaciones de la región; que contaríamos con acueductos de calidad y alcantarillados en los que se tratara el agua usada antes de devolverla a caños y ríos y que tendríamos colegios bien construido y dotados y profesores felices por el apoyo a sus tareas desde las administraciones locales. Seríamos una región pujante.
Hace 30 años pensamos que el crecimiento de las principales ciudades se podría con proyectos serios de urbanismo y ocupación del suelo y como hace 15 fue expedida la Ley 388, pues todo sería para mejorar la vida de los ciudadanos.
Hoy, 30 años después constatamos que acuaparques a medio terminar, colegios derrumbándose y profesores descontentos, hospitales y puestos de salud sin la dotación adecuada, falsas fachadas recién desarmadas, acueductos inestables, con mala calidad de agua en las casas, barrios miserables a medio hacer, sin alcantarillados ni tratamiento de aguas en plantas modernas, rellenos sanitarios de medio pelo es lo común en nuestro territorio.
Con estas realidades, difícil será seguir argumentando el rechazo a la reforma a la Ley de regalías y al sistema general de participaciones si al Gobierno nacional se le ocurre para atender otras urgencias.
Wilson Ladino Orjuela
Profesor ESAP
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