Ante las críticas a esa política que lanzaron este fin de semana un obispo y un sacerdote franceses, el Ministro ha dejado claro que "si algunos me quieren ver, estaré encantado" de recibirles para escuchar "lo que me tengan que decir".
Incluso el papa Benedicto XVI se refirió este domingo, aunque sin citarlo expresamente, a la ofensiva gala contra ese colectivo y lo hizo en un mensaje que Hortefeux asegura que ha escuchado "con atención". Por ello, insiste, "estoy plenamente dispuesto a recibir, si él lo desea, al presidente de la Conferencia Episcopal", el cardenal y arzobispo de París André Vingt-Trois, "acompañado de quien quiera".
La reacción del Ministro se produce después de que también un sacerdote de Lille, el padre Arthur Hervet, dijera públicamente este domingo que reza para que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tenga una crisis cardiaca que le impida seguir adelante con su "guerra" contra los gitanos. "Rezo, os pido perdón, para que el señor Sarkozy tenga una crisis cardiaca", dijo el sacerdote, muy conocido por su apoyo a la comunidad gitana, tras oficiar la habitual misa dominical, aunque horas después precisó sus declaraciones en un comunicado.
Hortefeux no comentó sus palabras y se limitó a reiterar que, tanto en el desmantelamiento de campamentos ilegales de gitanos como en su expulsión, el Gobierno respeta escrupulosamente la ley.
"No estigmatizo a ninguna comunidad", prosiguió el ministro, antes de subrayar que la realidad es que "debemos respetar las leyes y la ley dice que está prohibido ocupar lugares sin autorización".
Por ello, y en respuesta a las órdenes que públicamente dio al Gobierno de Sarkozy el pasado 28 de julio, se ha iniciado el desmantelamiento de los campamentos ilegales de gitanos.
Menos de un mes después, ya son 88 las instalaciones de ese tipo que han sido evacuadas y unos 850 los gitanos que serán expulsados a sus países de origen, según Hortefeux.
PARÍS
(Efe)