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Atolladeros cambiarios

En Colombia, la revaluación del peso es un grave problema para los exportadores y una ligera inquietud para las autoridades económicas que no quieren controlarla.

En Colombia, la revaluación del peso es un grave problema para los exportadores y una ligera inquietud para las autoridades económicas que no quieren controlarla. En otras partes del mundo, el manejo de la tasa de cambio también se ha convertido en un grave problema de política económica, en algunos países por razones similares a Colombia, mientras que en otros, la situación es la contraria, es decir, una tasa de cambio muy subvaluada.
Tomemos los casos de España y Grecia, que son países que como Colombia necesitarían devaluar su moneda para ayudar a salir de la recesión y disminuir el desempleo, pero que no pueden hacerlo, porque pertenecen a la Unión Europea y tienen el euro como moneda común.
Por razones muy distintas, España y Grecia llegaron a una profunda crisis económica con enormes déficit fiscales y de comercio exterior, y altísimos niveles de desempleo (en España es casi del 20 por ciento). En Grecia, la causa fue un exceso de gasto público con el consecuente incremento de la deuda pública (equivale al 113 por ciento del PIB), mientras que en España el origen fue el exceso de gasto y endeudamiento privado; en ambos casos financiados con abundantes e irresponsables flujos de capital, que desaparecieron cuando llegó la gran crisis financiera del 2008.
La receta tradicional para enfrentar esta situación es el ajuste en el gasto público y privado, ayudado con la devaluación de la tasa de cambio para reducir el déficit externo y estimular la producción doméstica. El ajuste lo están haciendo, a sabiendas que agudiza la recesión, pero el euro no lo pueden mover, razón por la cual el déficit externo sólo lo pueden corregir mediante un doloroso proceso de deflación, es decir, reducción de precios y salarios.
Esta inflexibilidad por la pérdida de manejo de un instrumento de política económica como es la tasa de cambio, ha llevado al Premio Nobel Paul Krugman a afirmar que "la causa real de la crisis europea no está en la irresponsabilidad de sus políticos, sino en la arrogancia de sus élites, en particular, las que presionaron la adopción de una moneda única en toda Europa mucho antes de que el continente estuviera listo para ese experimento".
Esta reflexión es de hace tres meses, pero parece escrita como advertencia premonitoria ante la propuesta hecha en el reciente Foro de Cartagena de adoptar una moneda común para América Latina. Es un objetivo deseable, pero para lograrlo se requiere avanzar muchísimo en la integración de todos los mercados (de bienes, servicios, capitales y también laborales), y en la total coordinación de las políticas monetarias y fiscales.
El caso opuesto de distorsión cambiaria es el de China, que ha mantenido una tasa de cambio artificialmente baja, y que está siendo presionada para que revalúe su moneda, el renminbi, también conocido en occidente como el yuan. En efecto, para incentivar sus exportaciones, desde julio del 2008, China ha mantenido una tasa constante de 6.8 yuan por dólar a pesar de tener monumentales superávit de cuenta corriente, que este año puede ser superior a los 400.000 millones de dólares.
Para hacerlo, su Banco Central ha intervenido masivamente en el mercado cambiario comprando miles de millones de dólares hasta acumular 2.4 billones de reservas. El Gobierno norteamericano, y en menor medida los europeos, están presionando a China para que deje de intervenir el mercado y permita la revaluación del renminbi, para que llegue a su nivel de equilibrio que se estima entre 5 y 5.25 por dólar, lo cual afectaría las exportaciones chinas, pero permitiría reducir el enorme déficit comercial de E.U.
La moraleja para Colombia no es que dejemos revaluar más el peso, sino que el Banco Central sí tiene los instrumentos para sostener la tasa de cambio y evitar la quiebra de los exportadores.
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