De 59 años y con apariencia de abuelo inofensivo, Zuluaga era el noche del 4 de marzo de 1988 el propietario de las tierras donde los paramilitares de Fidel Castaño, Carlos Castaño y Hernán Giraldo protagonizaron una orgía de sangre que cobró 17 vidas en la finca Honduras y tres en la finca La Negra, del corregimiento Currulao, en el municipio de Turbo.
Zuluaga fue condenado a 31 años como reo ausente en 1991 por un juzgado especializado de orden público de Bogotá, acusado por los delitos de homicidio con fines terroristas y terrorismo en calidad de autor intelectual.
Pero desde hace 20 años se hacía pasar como un agricultor común y corriente y evadió a las autoridades porque portaba una cédula falsa a nombre de Francisco Javier Zuluaga Espinal, que según la Registraduría ya está fallecido.
El comandante de la Policía de Caldas, coronel John Jaime Ospina Loaiza, precisó que Zuluaga le pidió a los paramilitares que asesinaran a los trabajadores porque a estos, supuestamente, la guerrilla les dijo que las tierras donde trabajaban les pertenecían.
Los paramilitares, con lista en mano, sacaron de sus dormitorios a los hombres, que estaban afiliados a Sintagro, un movimiento sindical de la zona, y los fusilaron. Además de las mujeres y los niños, sólo nueve trabajadores, que no estaban en la lista, se salvaron de morir.
La captura de Zuluaga se logró gracias a las informaciones suministradas por la Red de Cooperantes de la institución y labores de inteligencia e investigación adelantadas por funcionarios de la Policía judicial del Departamento de Policía de Caldas.
MANIZALES.