La próxima semana vendrá a Bogotá para participar en la celebración de los diez años del proyecto 'Bogotá Cómo Vamos'.
EL TIEMPO: ¿Qué conoce de Bogotá?
Michael Sorkin: A Enrique Peñalosa y sus aportes a la movilidad. También de las grandes inversiones en temas sociales de sus sucesores.
Entonces, ¿le suena la bicicleta?
Es el futuro. El carro es una cosa maldita y mientras más rápido sepamos cómo diseñar las ciudades para otras formas de transporte, mejor.
La historia muestra que, en lugar de rediseñar el transporte, rediseñamos las ciudades para acomodarlo. En el siglo 19 el tren hizo sus transformaciones; en el 20, las hizo el automóvil. Es tiempo de otro paradigma.
¿Sí sirve esto en Bogotá?
Las ciudades deben planearse para dejar los medios de transporte pesados como último recurso.
¿Y el metro?
Su costo es un problema. Creo que TransMilenio probó que puede mover casi lo mismo que él por un décimo del precio.
A la hora de evaluar la movilidad es muy importante pensar no solo en más medios, sino en por qué la gente los usa.
Si uno crea vecindarios donde la gente pueda trabajar, estudiar, recrearse y vivir de manera satisfactoria sin tener que moverse, se baja la demanda de transporte.
Tratar de resolver la movilidad con más metros y autopistas es tonto, porque eso genera más demanda. Al ofrecer razones para no viajar por tres horas diarias, se reduce la necesidad de estos sistemas costosos.
¿Estas comunidades no crean más segregación?
Esta es una cosa para discutir, pero creo que ahí existe más integración. Las comunidades se unen y se caen las morfologías de la exclusión.
Usted critica bastante los centros comerciales. Aquí estamos llenos...
Si hay problemas de tráfico en las ciudades estos no son una buena idea. En E.U., como están lejos, para llegar a ellos solo se puede ir en carro.
Además son lugares públicos simulados: allí no hay libertad de expresión, se te vigila todo el tiempo.
Pero en Bogotá la gente pide más seguridad y vigilancia...
Aunque esto puede ayudar a reducir el crimen, también pone en riesgo los derechos a moverse, a reunirse, a la ciudad, cosas fundamentales en un espacio democrático en cualquier parte del mundo.
La ciudad está pensando si se extiende o si se densifica. ¿Qué opina?
Tienen que empezar a poner límites y volverse más densas y compactas, aunque esto hace que el precio de la tierra suba.
No hay forma de que una ciudad de 26 millones de habitantes, como México D.F., pueda ser funcional.
Este patrón de una sola ciudad dominante es destructivo en términos económicos, de justicia y de distribución del poder. Además, es aterradora la idea de que si la población sigue creciendo una sola metrópoli va a absorberlo todo.