Como ha sucedido en la gran mayoría de los torneos cortos, en este Finalización no hay un equipo que sobresalga de los demás: hay nóminas entusiastas, equipos que entregan buen fútbol con gotero y sudor en carrotanques, pero ninguno juega como para meterse en la historia.
La tabla refleja ese nivel tan parejo, en el que nadie se destaca: hay un solo punto de diferencia entre el líder y el cuarto, hay solo cinco entre el segundo y el duodécimo. Más allá de las ideas distintas que puedan tener todos los entrenadores, juegan hasta parecido: casi todos se meten atrás cuando van de visitantes y casi todos, cuando tienen que jugar en su casa, no saben cómo romper los planteamientos que ellos mismos utilizan cuando se montan en un avión con rumbo a otro estadio.
Son pocos los que se atreven a mostrar algo más: a veces Millonarios, a veces Junior, un poco Santa Fe, América por ratos. La practicidad está por encima del buen fútbol. Las nóminas, que en los años 70 u 80 uno se las aprendía de memoria, hoy no suelen repetirse de un partido a otro. Por eso también los equipos no brillan.
Estamos a punto de llegar a la mitad de la fase regular del torneo. Tolima, que hoy es el líder, acaba de perder con Nacional, que venía en crisis y ya se metió entre los ocho. El torneo, como siempre, premia a los que mejor rematan.