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Ministro Fabio Valencia, en problemas

Dos meses después de un comienzo promisorio, la suerte se le volteó y ahora enfrenta el momento más crítico de su carrera política.

Redacción El Tiempo
El viernes 15 de febrero, cuatro meses y ocho días antes de su posesión como ministro del Interior y de Justicia, Fabio Valencia Cossio habló abiertamente de la inminencia de su nombramiento. Lo hizo con el magistrado Francisco Javier Ricaurte, recién elegido presidente de la Corte Suprema de Justicia, mientras desayunaba con una omelette y jugo de naranja en la casa de un amigo común en el norte de Bogotá.
Valencia, entonces consejero presidencial para la Competitividad, había logrado concertar la cita con Ricaurte, gracias a los buenos oficios del general (r) Rosso José Serrano, embajador en Viena. No había sido una misión fácil porque entonces soplaban vientos huracanados entre el Gobierno y el alto tribunal. Un mes atrás, el presidente Álvaro Uribe había denunciado penalmente por injuria y calumnia al magistrado César Julio Valencia Copete, antecesor de Ricaurte en el cargo, quien había dicho en una entrevista con Cecilia Orozco en El Espectador, que el jefe del Estado lo había llamado desde Nueva York para preguntarle por la situación jurídica de su primo, el senador Mario Uribe Escobar, vinculado al proceso de la parapolítica.
Valencia Cossio y Ricaurte llegaron al desayuno con ramos de olivo. El consejero le propuso al magistrado tender puentes entre el Gobierno y la Corte, y le dijo que cuando estuviera al frente del Ministerio se ocuparía de trabajar por la autonomía de la Justicia. Ricaurte acogió de buena gana una propuesta que su interlocutor le hizo para redactar conjuntamente una declaración que sería firmada por el Presidente, en la que los dos poderes darían por cancelados su enfrentamiento. El desayuno terminó en medio de buenos auspicios.
El pacto iba 'viento en popa' hasta cuando Valencia Cossio propuso que el borrador incluyera la retractación del magistrado Valencia Copete de sus afirmaciones contra Uribe. El acuerdo murió, pero las relaciones entre el presidente de la Corte y Valencia Cossio no salieron lesionadas. Además, otros funcionarios de la Casa de Nariño intentaron aproximaciones con el alto tribunal pero no tuvieron éxito. Por ejemplo, Bernardo Moreno, secretario general de la Presidencia, envió emisarios a Ricaurte para buscar una entrevista con él, pero en el interregno una declaración del entonces ministro del Interior y de Justicia, Carlos Holguín Sardi,  según las cuales la Justicia estaba politizada y se había desquiciado,  frustraron el intento. La sala plena de la Corte le pidió a Ricaurte que sólo aceptara como interlocutor válido al presidente Uribe.
En la segunda semana de junio, cuando la designación de Valencia Cossio era un hecho, se repitió un desayuno con el presidente de la Corte,  esta vez en un reservado de un restaurante en Chapinero Alto. El nuevo encuentro no tardó en dar resultados. Por iniciativa del Ministro, el magistrado y los presidentes de las salas Penal, Civil y Laboral, aceptaron recibir al presidente Uribe en el Palacio de Justicia. La reunión se llevó a cabo el martes 15 de julio y duró desde las 7:00 p.m. hasta la 1:00 a.m. del miércoles 16.
Una semana antes de ese encuentro, el lunes 7, los esfuerzos de Valencia habían tenido eco en la Iglesia Católica. Monseñor Pedro Rubiano invitó al Palacio Cardenalicio al presidente Uribe y al magistrado Ricaurte, y los hizo orar de rodillas antes de una reunión en la que se comprometerían a "desarmar los espíritus".
Valencia Cossio había logrado lo que parecía imposible y su entrada al Ministerio estaba rodeada de buenos augurios. Había llegado como una bocanada de aire fresco a reemplazar al parsimonioso y adormilado Holguín, y si sus esfuerzos para lograr que Gobierno y Corte hicieran las paces fructificaban, quedaría abierto el camino para impulsar un proyecto de reforma de la Justicia, el principal reto de su agenda en materia legislativa, que le permitiría desplegar sus dotes de hábil negociador  y demostrar la ascendencia política que le reconocían en el Congreso. Pero el cielo despejado de los primeros días de gestión muy pronto se vería ensombrecido.
Arenas movedizas
Los coletazos de la 'Yidispolítica' volvieron a crear tensiones en las relaciones del Ejecutivo y la Corte. Valencia Cossio patinó en sus primeros intentos para concertar con las Cortes el proyecto de reforma. En vísperas de la instalación de las sesiones ordinarias del Congreso, el 20 de julio, las Cortes Constitucional y Suprema le devolvieron un borrador de la iniciativa, que consideraron "informal" y "sin sustento". Las dos corporaciones coincidieron en que los temas planteados eran de gran calado y no podían abordarse a la ligera, entre ellos la doble instancia para el juzgamiento de congresistas y el regreso a la cooptación para la elección de magistrados.
En el Congreso las huestes uribistas parecían alineadas, pero la oposición y la Corte Suprema tenían la percepción de que detrás del proyecto se ocultaba la intención del Gobierno de desbaratar el proceso de la parapolítica y de favorecer a sus aliados presos. Aún así, Valencia Cossio, reconocido por su habilidad para el debate parlamentario y  su sagacidad para recomponer acuerdos y alianzas, estaba dispuesto a dar la pelea.
El martes 22 se enfrentó al primer debate en la Comisión Primera del Senado, citado por el Partido Liberal para que explicara en qué consistía el consenso que, según él, había  logrado con las Cortes en torno a la reforma de la Justicia. Le falló el olfato de viejo zorro de la política, pues de consenso nada de nada.
Y en medio de esos cuestionamientos y con un clima poco favorable a la reforma, le estalló una granada en las manos. De una investigación que desde hacía dos años adelantaba en forma sigilosa la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía, trascendieron unas grabaciones que comprometían en materia grave a su hermano Guillermo León Valencia, entonces director seccional de la Fiscalía en Antioquia, con la llamada 'Oficina de Envigado', una organización criminal encabezada por Daniel Rendón, 'Don Mario'. Las grabaciones reveladas por CAMBIO no dejaban duda de que el fiscal Valencia y el empresario Juan Felipe Sierra, propietario de Control Total, una empresa de vigilancia privada, tenían relaciones  con esta tenebrosa red criminal.
Ese mismo día, agobiado por las escandalosas revelaciones, el Ministro anunció que no interferiría las actuaciones de la Justicia, que no haría valer su influencia y que respetaría y acataría sus decisiones. Sin embargo, el fiscal general Mario Iguarán le salió al paso y reveló que el Ministro lo había llamado para pedirle una "segunda oportunidad" para su hermano cuando estaba tomada la medida de trasladarlo de Antioquia a Boyacá.
Con el mundo encima porque la oposición empezó a exigir su cabeza y sacó a colación el caso de María Consuelo Araújo, quien debió renunciar a la Cancillería cuando su padre, Álvaro Araújo Noguera, y su hermano Álvaro, senador de Alas-Equipo Colombia, fueron vinculados a una investigación penal por secuestro y concierto para delinquir. Los partidos de oposición, el liberalismo y el Polo, convencidos de que el Ministro debía seguir el mismo camino de 'La Conchi', declararon que no lo reconocían como interlocutor válido para la discusión de los proyectos de reforma política y de la Justicia.
Según ellos, el caso de Valencia es más grave que el de la ex Canciller, por la simple y sencilla razón de que su hermano Guillermo -y en general la Fiscalía de Medellín- era cuota directa suya y en consecuencia no podía evadir su responsabilidad política. Sus contradictores quieren que pague con la misma moneda con la que él hizo pagar hace 25 años al entonces ministro de Justicia, José Manuel Arias Carrizosa, por un caso a todas luces menor: vender el cupo de un carro al que tenía derecho en razón de un cargo diplomático en La Habana. No son buenos tiempos para el Ministro.
Al crítico panorama de Valencia Cossio se sumó el paro de cerca de 40.000 funcionarios judiciales que, el miércoles 3, suspendieron actividades para protestar contra el silencio del Gobierno frente a sus peticiones salariales y de estabilidad laboral. Un hecho más que fortuito en momentos en que Valencia capotea el temporal del escándalo de su hermano Guillermo León, y cuando precisamente debe abonar el terreno en el Congreso para sacar adelante la reforma de la Justicia.
Los más suspicaces consideran que se trata de una maniobra oportunista para ponerle al Ministro más piedras en el camino, pero Fabio Hernández, presidente de Asonal Judicial, asegura que es una simple coincidencia porque la fecha del paro fue acordada en octubre del año pasado en una reunión con el entonces ministro Carlos Holguín. "Desde el año pasado venimos manifestándole al Gobierno las necesidades del sector y pusimos como fecha límite el 3 de septiembre para obtener una respuesta que nunca llegó", le dijo Hernández a CAMBIO.
Falta de oxígeno
Aún así, el paro no contribuye en nada a aliviar las cargas de Valencia Cossio, que ha visto en solo dos meses de gestión cómo lo que había sido el sueño de su vida, ser Ministro, se le está volviendo una pesadilla. "Valencia Cossio es un político avezado y con muchas habilidades, pero los escándalos que lo han rodeado y sus contradicciones con las Cortes lo ha debilitado para atender los problemas que debe enfrenta su cartera -asegura Hernández-. Si se empecina en no resolver este problema va a tener que enfrentarse a un enredo adicional".
Con el paro encima y un debate en ciernes citado por el Polo, el Ministro dedicó el martes  de esta semana a prepararse para hacerle frente a la oposición y responder al cuestionario que había preparado el senador Jorge Robledo. Horas antes de dirigirse al Congreso, se reunió con el asesor presidencial José Obdulio Gaviria para definir la estrategia.
Cerca de las 7:00 p.m., con paso firme pero apresurado, el Ministro ingresó al recinto que por tantos años fue su escenario natural, pero en esta ocasión se sintió, más bien, como gallina en corral ajeno. Y aunque minutos antes se había enterado de que por petición de la mayoría de los congresistas el debate se había aplazado para el martes siguiente, el ambiente era tenso. Saludó aquí y allá con su calidez habitual y sus buenas maneras, intentando disimular el dolor y la angustia que le causan los graves problemas judiciales en que está metido su hermano.
"Pobrecito, qué pesar, pero lo que debe hacer es dar un paso al costado porque se quedó sin oxígeno para desempeñar sus funciones", fue una frase que, a espaldas del Ministro, muchos congresistas repitieron. Por su parte, el senador Alirio Villamizar,  vocero del Partido Conservador y encargado de preparar la artillería para defender al Ministro el próximo martes, sostiene que aun si el hermano del Ministro ha cometido actos indebidos, "el doctor Fabio no puede responder por ellos".  El Presidente ha defendido a Valencia Cossio, quien fuera hace 14 años uno de sus más aguerridos y duros contradictores políticos -tanto, que en una ocasión casi se van a las manos-. "El Ministro es un hombre honorable y valeroso -ha dicho el Presidente-. No es un político de discurso soterrado, pone las cartas sobre la mesa". Pero así como Valencia ha contado con el apoyo del presidente Uribe, perdió el del ex presidente Andrés Pastrana, de cuya administración fue mano derecha y negociador en tiempos del Caguán.  Pastrana no le pasa al teléfono y las diferencias se hicieron manifiestas a raíz del enfrentamiento del Gobierno con la Corte Suprema, a la cual el ex mandatario conservador le expresó públicamente su apoyo. "Lo único que le faltaba a Valencia era convertirse en mandadero del uribismo contra Pastrana", le dijo a CAMBIO una persona muy cercana al ex mandatario.
Todo indica que el apoyo de los conservadores al Ministro es de dientes para afuera. "Fabio tiene los días contados en el Gabinete -dijo un senador conservador-. Una medida de aseguramiento contra su hermano no la resistiría como ministro". Sin embargo, el miércoles en la tarde, todos los partidos de la coalición de gobierno expidieron una declaración expresándole su apoyo.
Los senadores del Polo saben que basta pedir la cabeza de un ministro para que el Presidente lo atornille en el cargo, pero aún así insistirán en pedirle a Valencia Cossio que por dignidad despeje la pista, pues no creen que haya estado en el limbo con respecto a las actividades de su hermano. El debate del 16 será las más dura prueba política para Valencia Cossio en sus 40 años de vida política. 
LA DEFENSA
Estas son algunas de las respuestas que el Ministro del Interior y de Justicia dará el martes 16 en el debate al que lo citó el Polo Democrático en el Senado.
¿Cómo demuestra usted que su poder como ministro del Interior y de  Justicia no se empleará para afectar las investigaciones y el posible proceso judicial contra Guillermo Valencia Cossio?
R/ (...) Reitero que creo en la Justicia colombiana, en su total independencia y autonomía y que respetaré y acataré sus fallos. Esa ha sido y será mi norma de conducta y ha sido la constante en mi vida pública. Mis actos siempre han sido sometidos al escrutinio de la opinión y han estado a disposición de los organismos jurisdiccionales y de control.
¿Cómo cree usted que se afecta la imagen internacional de Colombia por las investigaciones contra Guillermo Valencia Cossio, ex director de Fiscalías de Medellín?
R/ El hecho de que en Colombia exista una Justicia independiente y opere y sea aplicable a cualquier persona, sin distingo de ninguna naturaleza, y que el país pueda presentar como el fundamento de su democracia el sometimiento de sus ciudadanos al imperio de la Constitución y la Ley, enaltece nuestras instituciones ante la comunidad internacional. Que se presenten denuncias, que estas se investiguen y que la Justicia falle, solo puede demostrar las fortalezas de nuestro Estado de Derecho.
¿No cree usted que le haría un bien a Colombia si renunciara al Ministerio? Si usted insiste en permanecer de ministro, ¿por qué es positiva para Colombia esa decisión?
R/ (...) Cualquiera que sea la decisión de la Justicia, la acataré y la respetaré, y no alterará mi compromiso ni mi responsabilidad con el cumplimiento del deber en beneficio del país. Seguiré trabajando para Colombia hasta que el señor Presidente de la República así lo considere y como ciudadano lo haré hasta el último minuto de mi vida.
Redacción El Tiempo
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