Se podría entonces, tratando de parodiar esa enseñanza, afirmar que la Divina Providencia se ha acordado del engañado y saqueado pueblo del Departamento del Meta.Y lo ha hecho a través de un acontecimiento milagroso.
Ha permitido a quien ocupaba el sexto renglón de la lista electoral de la Unión Cristiana, acceder al Senado de la Republica.
Todos recuerdan como, el único senador del Meta, abandono esa alta corporación por circunstancias muy lamentables y bien conocidas.
También saben valorar la probabilidad de llegar al Parlamento Colombiano, de una persona a quien coloquen en un sexto renglón de cualquier lista electoral.
Sin embargo, ante la cadena denigrante que ata al Congreso Nacional con el delito, el milagro se dio.
Un hijo de Villavicencio, Víctor Velásquez Reyes, se ha convertido en la nueva voz del Llano en la Cámara alta.
El acceso al Senado de este llanero es bien merecido, y un premio a su integridad y constancia política, después de cuatro intentos. Víctor es un ejemplo de sacrificio y esfuerzo recompensado. Pero no solo de el, sino de sus progenitores.
Muchos fuimos testigos desde la infancia, del trabajo laborioso y admirable de su padre a quien gustaba el ideario conservador.
El, agobiado por la falta de recursos como tantos colombianos, y en medio de las penurias de un humilde negocio, supo educar y enseñar a sus once hijos, el camino de la excelencia y de la lucha por la vida, sin declinar nunca los valores sustanciales que enaltecen a quien los practica y defiende.
Llega Víctor Velásquez al Senado de la Republica, en los momentos más difíciles de su existencia institucional. No en el de los enfrentamientos partidistas como lo fuera en el pasado.
Tampoco en el de los grandes debates por la legislación o los problemas económicos y sociales del país. Llega en el momento de la gran crisis moral y ética. En medio del derrumbe de la estructura axiológica, y cuando se cuestiona mas duramente a los parlamentarios y a su función de control político frente al gobierno.
En momentos en que un ministro no renuncia por dignidad o dudas en su transparencia, o responsabilidad política, no penal, como lo hicieran tantos otros en alguna época, o Marco Fidel Suárez por decoro.
Esos atributos ya se perdieron, y el cinismo a todos los niveles cunde. Los miembros del Congreso Nacional, por su parte, en su mayoría, alcanzan sus curules con la influencia de los criminales de uno y otro bando, o con el dinero de los narcotraficantes.
Ante el cuantioso costo electoral de las cúreles, y los procedimientos corruptos para obtenerlas, no hay cabida para el hombre de bien, ni para el riesgo de su patrimonio.
Ese es el triste panorama que espera a Víctor en el llamado templo de la democracia, y contra lo que debe luchar.
Su debut ha definido una esperanza, y una buena muestra al haberlo hecho en su primera sesión plenaria como senador.
Por Germán Vargas Morales
Ingeniero Industrial M.Sc. Abogado