Vigilante del Gimnasio Moderno conoció a muchos presidentes, ministros y artistas cuando eran niños
"Lo mejor es que todavía me recuerdan y me abrazan cada vez que llegan", dice Pedro Cortés, quien conoció el colegio cuando había pocas construcciones y el pasto y los animales rodeaban el lugar.
Por:REDACCION EL TIEMPO
20 de junio 2008 , 12:00 a. m.
Llegó a los 17 años a Bogotá, proveniente de Tenza, Boyacá, y por intermedio de un vecino de su vereda entró al colegio al área de oficios varios.
Hoy ya no vive como interno en el Gimnasio, como en esa época sino en su propia casa. Llega antes de las 7 a.m. a vestirse con el chaleco anaranjado y el aviso de 'pare'. Saluda sin ninguna distinción a los niños. "Qué hubo Pedrito", le responden los pequeños, mientras los más grandes prefieren un abrazo.
'Me codeo con los más grandes'
Aunque Pedro conoció a su esposa en este lugar porque era la hija del conductor del rector y compró el lote que luego se convirtió en su casa, admite que lo más satisfactorio ha sido estar cerca de las grandes familias del país.
"Atendí en un cóctel a Julio César Turbay y he visto crecer a personas como el doctor Germán Vargas Lleras", contó. También recuerda a Daniel Samper Ospina como un niño inquieto, pero centrado, que se llevaba los dulces de la cafetería y dejaba monedas en el mismo lugar.
"Siempre andaba de buen genio. Una excepción saludable entre este mundo de huraños", cuenta Samper Ospina, hoy director de la revista Soho.
Pedro ha sido el alcahueta de varias generaciones que lo recuerdan como el salvador cuando tenían problemas. Como lo hacía con un grupo de alumnos que le pedían salones a escondidas para ensayar y que terminaron formando el grupo de rock Compañía Ilimitada.
Pero lo único que queda de esos buenos años no permanece solo en el recuerdo de Pedro. Algunos todavía lo reconocen y lo saludan.
"Los Samper me quieren mucho, todos me conocen y siempre me preguntan cómo estoy", afirma mientras no se olvida de nombrar a Arturo Calle y su hijo Martín.
No obstante, un hijo de la familia Schlesinger ocupa un lugar especial .
"Me regaló un becerro que andaba por el colegio en pago de 100 pesos que le preste hacía muchos años cuando estaba en tercero de primaria", cuenta Pedro quién lloró varios días cuando se enteró que ese alumno y amigo había muerto.