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Creencias populares siguen siendo la base de la 'educación sexual' en Costa Atlántica

EN PLENO AUGE de la planificación y de los métodos anticonceptivos que intentan reducir los altos índices de embarazo juvenil -según Profamilia el 20,1 por ciento de las mujeres entre 15 y 19 años son madres-, los adolescentes de municipios de la Costa Caribe dejan en claro que las creencias populares y los mitos son, a veces, más poderosos que cualquier campaña de educación sexual y reproductiva.
Una investigación de la Universidad del Norte, de Barranquilla, de 600 encuestas aplicadas a jóvenes entre los 10 y 18 años en siete municipios del Atlántico -Soledad, Malambo, Sabanalarga, Baranoa, Campo de la Cruz, Puerto Colombia y Ponedera-, demuestra que éstos tienen mitos asombrosos frente al sexo, específicamente en el tema de la anticoncepción.
Pensar que orinar justo después de la eyaculación, tener relaciones sexuales de pie, tomarse una cerveza al sol justo después del coito, bañarse los pies con agua caliente, agua salada o vinagre después de tener sexo, saltar en una pata junto a la cama para que los espermatozoides bajen o ponerse doble condón son algunas de las creencias que todavía consideran como reales muchos de los jóvenes a quienes se les preguntó sobre cómo evitar el embarazo.
Pero estos mitos no son más que repeticiones de estos jóvenes de lo que oyen en sus casas. "Nos dimos cuenta en la investigación que estas creencias que se practican casi de forma ritual se perpetúan generacionalmente de abuelas a madres y de éstas a sus hijos", explica Mario Mosquera Vásquez, doctor en Salud Pública de la Universidad de Londres y docente de la Universidad del Norte de Barranquilla.
La elaboración de estas creencias es tan sofisticada o enrevesada que hay jóvenes que llegan a pensar, y creérselo, que si en la primera vez ella pierde mucha sangre esto puede garantizar que mueran los espermatozoides, así como ponerse Alka Seltzer en la vagina, y así evitar el embarazo. O si ambos retienen la respiración al momento del clímax. O, hay quienes relacionan el orgasmo con el embarazo, y por eso dicen sin ambages "que como en la primera vez no ocurren orgasmos no hay posibilidad de embarazo". 
¿Es ignorancia? No se puede juzgar a la ligera. Si se mira más allá, como lo sugieren los investigadores, habría que analizar cuál es el poder de la tradición y cómo ésta impide que boletines calen entre la gente menos informada. Sin embargo, el problema se agranda cuando las mismas preguntas se las están haciendo  también en Estados Unidos.  
OTROS MITOS
SOBRE LA FECUNDACIÓN
 El médico Nicolás Venette (1622 - 1698), autor del best seller del siglo XVII Retrato del amor conyugal, aseguraba que la mujer podía autofecundarse si se le perforaba el clítoris. Por fortuna nunca pasó de la teoría a la práctica. 
 Según Hipócrates, el útero de las mujeres que no practican asiduamente el acto sexual se deseca y cierra herméticamente, lo que atormenta a todo su cuerpo. 
 En pleno siglo XXI, las mujeres nigerianas aun creen que pueden quedar embarazadas sin que un hombre las fecunde. Piensan que la Gran Madre Luna les envía al Pajarito de la Luna para que haga sus oficios. 
 Hay quienes creen que hacerse una ducha vaginal repleta de Coca cola mata los espermatozoides.
SOBRE EL FALO
 Algunos anatomistas medievales consideraban que el pene era un manojo de nervios que nacen de la espina dorsal y acababan en el órgano sexual. 
 También para los médicos de ese entonces el priapismo, o la erección permanente del pene, tenía razones puntuales: el consumo inaudito de alimentos flatulentos, particularmente los garbanzos. 
 No interrumpir: Hace seis siglos se creía que el coito interrumpido causaba lesiones en el pene.
 Hasta hace relativamente poco, los doctores les aconsejaban a los adolescentes llevar cinturón de castidad para evitar la terrible tentación de masturbarse. El remedio para la erección algo más cruel: un anillo con clavos interiores...
EXTRAVAGANCIAS
 ¿Cómo sería si a los promiscuos se les pusiera la nariz roja, padecieran de gota y alopecia y les saliera una joroba? No sabremos. Pero en el siglo XVII los médicos estaban convencidos de que esos eran los síntomas para detectarlos. 
 Un regla maldita. Plinio aseguraba que una mujer con la menstruación era nefasta para la naturaleza: las semillas se esterilizaban, el vino se picaba y las abejas dejaban de hacer miel. Alberto Magno creía que en esos días las mujeres podían matar con el vapor que exhalaban por los ojos. 
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