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Las Margaritas, las empanadas más ilustres de Bogotá

¿Qué sucedía cuando les aplicaban ají casero a las tertulias políticas? ¿Qué pudo haber pasado con un alemán que amenazó con irse sin pagar la cuenta de este restaurante?

Tocamos la puerta verde de la calle 62 con carrera séptima y al abrirse nos permitió encontrar con aquellos hechos anecdóticos que impregnan de magia la historia de Chapinero. Aquella puerta verde, estilo colonial, es la entrada a Las Margaritas, el restaurante más viejo de Colombia, según Julio Ríos, su propietario.
El paneo visual del lugar produce una sensación de viaje a través del tiempo. Fotos, muchas fotos enmarcadas y bien conservadas relatan artísticamente el nacimiento, desarrollo y evolución 'chapineruna'. Las invaluables imágenes están complementadas con los testimonios escritos de algunas de las mejores plumas del país.
¿Pero por qué aquí? ¿Por qué en las Margaritas? "Porque aquí está lo auténtico, lo tradicional, porque aquí tenemos sentido de pertenencia, ¡ala!", afirmó tajante y con los ojos bien abiertos Julio. 
Desde 1.902 Las Margaritas convocó a la clientela que se encargaría de administrar las riendas de Bogotá y de Colombia. El restaurante que fundó don Julio Ríos (padre) y la familia de su esposa, María Elisa Ángel, fue el escenario de encuentro y degustación de famosas empanadas que se caracterizó por algunas curiosidades.
Un domingo cualquiera, a principios del siglo XX, el fundador del colegio Gimnasio Moderno (cuna académica de influyentes personalidades), Agustín Nieto Caballero, contrajo matrimonio. Después de la boda, don Agustín se dirigía a la fastuosa celebración llevado por un elegante carruaje. En medio del trayecto pasó por Las Margaritas y mandó detener el coche para decir algo como "espere nos comemos unas empanadas aquí". Sombrero de copa y empanada fue la combinación.
En cierta oportunidad, un hombre de nacionalidad alemana entró al restaurante y pidió unas empanadas. Después de comer un considerable número, se acercó a la barra de atención, pegó un brinquito frente a la barra, y dijo con acento germano: "Si no me dan ñapa, ¡no pago!". Se le dió la ñapa y habitualmente hacía lo mismo cuando volvía. Su nombre: Leo S. Kopp, fundador de Bavaria.
No solo las empanadas de Las Margaritas eran las más requeridas por los distinguidos comensales. Los tamales eran también apetecidos. De hecho, había alguien que los pedía a domicilio. "Mi papá tenía que ayudar a prepararlos y le tocaba ir a llevárselos hasta la casa a un amigo de él; el ex presidente Mariano Ospina Pérez. ¡Te estoy hablando de la época del ruido maestro!". añade Julio en medio de risas.
El señor Julio Ríos Romero hizo amistad con varia gente importante en aquella época y de acuerdo con su hijo, era gran amigo de don Andrés Samper, padre del ex presidente Ernesto Samper y del periodista Daniel Samper, quienes eran clientes habituales del negocio. "Mi padre inspiraba un gran respeto entre aquellas personas; era conocido como el 'patriarca de Chapinero'".
No todos los clientes eran tan distinguidos, y como en cualquier época y en cualquier lugar, no faltó el que se quería hacer pasar por sujeto de rancio abolengo.
Este era el caso de un individuo proveniente de una población santandereana llamada Tochetú. A pesar de vivir en la primera mitad del siglo XX, "el hombre se vestía con polainas, botas, espuelas, capa y demás ropa de la colonia. Estaba corrido de la teja. Llegaba gritando en acento españolote '¡¡mozo!!'. Pedía comida y normalmente no tenía con qué pagar. Se hacía llamar el conde de Tochetú".
El viejo pilón de maíz está intacto como testimonio de una tradición orgullosamente rola.
 
Diego Chiriví
Redactor EL TIEMPO ZONA
Periodismo ciudadano
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