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Criterios / Infidelidad

Por Donna Samanada Merchán Díaz

Redacción El Tiempo
Sinceramente me gustaría mucho saber qué razones llevan al senador Espíndola a pensar que imponiendo sanciones a los infieles se acabará tan frecuente conducta en el interior de los hogares, y me perdonarán, nada tengo a favor o en contra de los infieles, cada cual lleva su vida como a bien tiene, pero esa propuesta de legislar sobre un asunto tan íntimo de la vida de las personas, me parece -por decir lo menos- absolutamente aberrante.
Muchas batallas se han librado en la humanidad para conquistar aquello que los románticos llamamos libertad: libertad para desarrollarnos como personas; que no nos tengan que decir lo que debemos hacer.
Considero que los argumentos de proteger al menor y de evitar 'hogares disfuncionales' que el senador esgrime, no se compaginan con el daño que se haría en una sociedad de llegarse al extremo de aceptar una norma tal que reglamente ese aspecto, pues ese sería el inicio de la pérdida total de nuestra libertad.
Aclaro que no estoy de acuerdo con las infidelidades, pero menos lo estoy con el ejercicio del legislativo en estas materias, que entre otras, considero que en el hipotético y muy poco probable caso que llegara a sancionarse esa ley, los niveles de eficacia de la misma serían demasiado bajos.
Senador, con todo el respeto que usted me inspira, me parece que esa como otras tantas conductas más dañinas a la sociedad podrían penalizarse, pero las normas no nos pueden coaccionar a hacer -o dejar de hacer- lo que como personas no tenemos interiorizado y eso es de simple lógica.
El punto no es normativizar, pues dudo mucho que una norma de este calibre acabe con la nefasta conducta que pretende erradicar, y mucho menos que la sanción pecuniaria propuesta se logre recaudar. La propuesta no ha sido muy popular y en opinión de muchos constitucionalistas de renombre, tal norma, además de inconstitucional, sería retrógrada.
Redacción El Tiempo
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