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Rolf Abderhalden Cortés: veinte años de teatro al margen

Tiene una de las carreras más ricas en el mundo del arte colombiano. Es una fusión de artista plástico y teatrero.

Rolf Abderhalden Cortés no luce como Rolf Abderhalden. Es la otra cara de los estereotipos.
No es alto y no es rubio y no viste de manera extraña, como podría pensarse de un descendiente de un ingeniero textil suizo, o del teatrero de vanguardia más importante del país.
Es más Cortés, el apellido de su madre, que Abderhalden. Más de Manizales, la ciudad donde nació, que de Wattwil (Suiza), la localidad de la que su padre salió rumbo a Nueva York.
Pero tampoco es muy de Manizales, ya que allí solo vivió tres años. Su ciudad es Bogotá, donde estuvo hasta los 18, y de la cual se fue 12, para regresar a los 30.
Es un tipo típico, a primera vista. A pesar de que este año obtuvo la medalla de Caballero de las Artes del gobierno de Francia, un galardón que tienen, entre otros Pedro Almodóvar, Paul Auster y Juanes, entre otros.
Tampoco es un artista que habla un metalenguaje que comprenden solo los iniciados. Es sencillo en el relato de su experiencia de vida. Abderhalden deja todo para que su arte hable, no se desgasta en el bla, bla.
Es marginal sin proponérselo. "Nunca pensé en el arte como una opción de vida. En mi niñez dibujaba mucho, pero nada más. En el colegio Helvetia tuve muy buenos profesores de arte".
Su camino parecía estar en el campo de la ingeniería textil. Su padre llegó al país por esa vía. "Estaba en Nueva York, había salido de Suiza en la época de la posguerra, era ingeniero textil y allí vio un aviso en el que buscaban uno para una fábrica en Manizales, era Tejidos Única".
A los 18 años, cuando terminó el bachillerato se fue becado a Suiza para estudiar ingeniería textil. "Me di cuenta de que eso no era lo mío".
Entonces apareció el arte. "Eso era lo que me interesaba" Se cambió a una profesión llamada arte terapia.
Al terminar quería hacer una tesis de grado que tenía que ver con la antisiquiatría. Un maestro le contó que en el Hospital de Tunja podía desarrollar su trabajo.
El regreso al país definió de una vez por todas su destino:el teatro.
Estuvo en París, en la escuela de Jacques Lecoq, en Roma estudió dirección teatral y en Londres fue actor. Allí se reencontró con su hermana Heidi, también actriz, con quien decidieron hacer la obra
La casa tomada, basada en un cuento de Julio Cortázar. Era 1985.
Ese es el germen de Mapa Teatro, su gran proyecto artístico. Este grupo de dos, o de tres, cuando se le agrega su hermana Elisabeth, o de número indefinido, dependiendo de los proyectos, es el gestor del mejor teatro no convencional de Bogotá.
Una oferta artística difícil de calificar, que a veces es teatro, otras performance, otras video instalación. Han desarrollado trabajos tan distintos como uno inspirado en el proceso de la desaparición de la zona de 'El Cartucho', en Bogotá; una Medea poco clásica con Martha Senn como protagonista y dos montajes de ópera completamente originales y polémicos. "Gloria Zea quería que hiciéramos algo diferente. Lo primero fue La flauta mágica y lo recibieron muy bien, pero luego hicimos La cenicienta, título que nosotros sugerimos". Lo que les molestó a muchos fue la utilización de la estética los narcos.
Abderhalden y su hermana Heidi están pagando el precio de no negociar sus convicciones. Su atrevimiento llega al punto de no cobrar por sus presentaciones.
Desde hace unos años tienen como sede del grupo una enorme casa en la 22 con séptima. No es un teatro, no lo necesitan, es un sitio donde pueden presentar sus obras y además ofrecen espacio a otros artistas que también lo requieren. No hay negocio, no hay esa visión y por eso las deudas agobian.
Ahora que celebran sus 20 años de trabajo, Abderhalden se muestra preocupado con su futuro, aunque advierte de una manera estoica: "Tal vez es nuestra ética protestante, pero no nos gusta quejarnos". La situación es difícil, tienen una deuda de cien millones de pesos y solo tienen el teatro como moneda de cambio.
Dos décadas de teatro sin sala
"Con nuestro trabajo nosotros no tocamos la esfera del poder".
Rolf Abderhalden
ANDRÉS ZAMBRANO D.
EDITOR DE CULTURA
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