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Canal Capital

Canal Capital

Había que corregir el camino, no desandarlo. El país y la ciudad se merecen un mejor canal.

14 de marzo 2017 , 06:10 p. m.

Al César, lo que es del César: Canal Capital solo existió bajo el gobierno de Gustavo Petro. Si tanta desconfianza producía el medio distrital, la alcaldía de Enrique Peñalosa podría haberle dado un timonazo. Las decisiones de los directivos actuales lo devolvieron a su condición anterior: la irrelevancia.

Es verdad que los petristas encontraron allí una trinchera desde la cual hicieron oposición a los medios tradicionales. Pero la “televisión más humana” fue mucho más allá de la defensa partidista y construyó un nicho de audiencia en un sector ávido de contenidos de calidad y presente en todos los estratos. Las franjas de cultura y análisis dieron al Canal ratings más elevados que los que se pregonan hoy.

No se puede tapar el sol con las manos: la línea político-editorial penetró el cubrimiento de la noticia, y la politización del canal público dividió a la ciudadanía. Dicho esto, la parcialidad de Canal Capital bajo Petro no se debería plantear al margen del antipetrismo que exhibieron los medios privados.

No pretendo justificar excesos, sino dar un panorama un poco más complejizado. Fui parte de la transformación de Canal Capital con un programa de coyuntura internacional, el único del país en su momento. Las barreras que enfrenté fueron las limitaciones de orden financiero, más que las injerencias desde las esferas políticas.

Resultaba evidente que, así como la gerencia de Hollman Morris renovó parrilla y equipo, Darío Montenegro haría lo propio. Pero ¿por qué tirar al bebé con el agua sucia? Los programas de opinión casi desaparecieron, la cultura recibe trato de entretenimiento y los noticieros son asépticos, insulsos y poco novedosos. ¿Qué incentivo tiene uno hoy para sintonizar el canal?

El gerente Montenegro defiende su gestión e invoca un aumento de 303 por ciento en el rating. Compara sus resultados solo con diciembre del 2015, el último mes de la administración anterior y periodo festivo de repeticiones. Debería confrontar los meses de la actual alcaldía (2016 y 2017) con los similares de la anterior (2012 a 2015) para comprobar que el canal había superado con creces los meros 8.000 televidentes promedio que él presenta hoy como todo un éxito. Vería, entonces, que el canal está en precipitoso declive.

Es más, un canal público se mide más por impacto que por rating. Del 2013 al 2015, según Cifras y Conceptos, Canal Capital se ubicó como el medio público que más consultaron los líderes de opinión. Del canal capitalino se hablaba no solo en Bogotá, sino en Colombia. Hoy no produce ni opinión ni noticia. ¿A cuenta de qué se destruye un patrimonio de Bogotá que pudimos disfrutar todos?

Esta nueva versión del canal resulta tan temerosa que ni la discusión en torno a la revocatoria del Alcalde encuentra suficiente cabida allí. Es una lástima. En la televisión pública de la capital se debería debatir con altura y pluralidad de voces lo que nos preocupa como bogotanos.

Flaco favor nos hace la lógica de que toda aproximación al tema entregaría el canal al partidismo. El Alcalde podría terminar revocado sin que el canal de la ciudad hubiese servido para mostrar las aristas y las consecuencias de semejante decisión.

Había que corregir el camino, no desandarlo. El país y la ciudad se merecen un mejor canal. Enrique Peñalosa, también.


LAURA GIL

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