La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) prevé que este año la economía mundial crezca el 3,3 por ciento y que en 2018 lo haga a un ritmo del 3,6 por ciento. Estos datos, sin embargo, no están exentos de riesgos.
La organización de países más industrializados del mundo apunta a “vulnerabilidades financieras y a una posible volatilidad del mercado financiero causada por divergencias en las tasas de interés” como posibles fuentes de problemas. También ve posibles amenazas por “el mayor proteccionismo”.
Para la Ocde, el mayor incremento de 2018 respecto a este ejercicio se debe “en gran medida, a iniciativas fiscales y estructurales combinadas, continuas y esperadas, emprendidas en las grandes economías –sobre todo, China, Canadá y Estados Unidos–, junto con una postura ligeramente más expansionista de la zona euro, la cual podría ser más ambiciosa”.
Pese a estas previsiones, la organización, dirigida por Ángel Gurría, “sigue afectada por el crecimiento del PIB por debajo de la media y por la alta desigualdad, los cuales exigen respuestas de política que fomenten el crecimiento incluyente en el contexto de una mayor integración económica”.
El secretario general de la Ocde subraya que la recuperación aún tiene un impacto limitado y no está llegando suficientemente a los colectivos que “han sido seriamente afectados por la crisis y se están quedando rezagados”.
Para evitarlo, el mexicano reclama a los gobiernos que actúen y “se resistan” a las presiones proteccionistas “o a dar marcha atrás en muchos de los adelantos logrados mediante una mayor cooperación internacional”.
Estas palabras de Gurría llegan, por ejemplo, pocos días después de que la Comisión Europea entonó el mea culpa por su gestión de la crisis y de que diseñara cinco posibles escenarios sobre el futuro de la Unión Europea.
Entre ellos estaba, incluso, una marcha atrás, reduciendo la Unión Europea a un mero mercado común.
Ediciones EL PAÍS, SL 2017