A Peñalosa le va mal en las encuestas. Es, sin duda, un hombre polémico. Fue un gran ejecutor en su primera alcaldía, y las obras hoy en curso en la ciudad son impresionantes. Pero tiene un estilo arrogante que no gusta. Y resulta imposible que en solo 14 meses su programa haya dado plenos resultados y la ciudad se haya recuperado del desastre que dejaron Moreno y Petro. Por todo esto marca tan mal en las encuestas.
Si llevara dos años y no se vieran aún resultados de su gestión, la iniciativa de revocarlo sería legítima. Pero ¿a quién le sirve que se promueva su revocatoria en forma tan obviamente prematura? Claramente, no a los bogotanos, porque la ciudad entraría en crisis. Pero sí a Petro, quien haría su campaña presidencial en hombros de aquellos a quienes no les gusta algo de Peñalosa. Detrás de la campaña por la revocatoria se advierten las orejas de lobo de Petro. Bogotanos bien intencionados, a quienes no les gusta el carácter de Peñalosa, o su propuesta de venta de la ETB, o sus comentarios desabridos sobre la Van der Hammen, así como políticos que piensan que golpeando a Peñalosa perjudican la aspiración presidencial de Vargas Lleras (quien, advierto, no es mi candidato), pueden acabar haciendo de idiotas útiles para hacer daño a la ciudad y catapultar a Petro a la presidencia.
¿Qué aducen los promotores de la revocatoria? Se oponen al metro elevado, sin reconocer los estudios que hicieron los consultores contratados por la FDN y le dieron la razón a Peñalosa. Petro excluyó de los que contrató las alternativas elevadas por vías ocupadas por TransMilenio. Peñalosa exigió completar el análisis, y el Gobierno Nacional aceptó el reto. Se puede discrepar de la recomendación de los estudios complementarios, pero resulta falsa la imputación de que “Peñalosa botó a la basura 130.000 millones en estudios”. Además, el rápido avance de la Empresa Metro, que Petro se negó a conformar, sugiere que Peñalosa no está tratando de ‘embolatar’ el metro.
Critican las ‘privatizaciones’, sin discutir lo que se hará con estos recursos ni reconocer que la EEB ya tiene socios privados y seguirá siendo controlada por el Distrito. La venta de acciones de esta empresa se usará para completar los recursos que requiere el plan integrado de transporte. Por su parte, la ETB no ha dado utilidades ni presta un buen servicio. Vender una porción a un buen operador, para mejorar el servicio y completar la ambiciosa construcción de hospitales y colegios prevista en el Plan de Desarrollo, tiene sentido para los ciudadanos. No es raro que esta iniciativa no le guste a la cúpula sindical que ha abusado de la empresa, ni a chavistas como Petro que querían estatizar hasta las basuras.
Denuncian que se ‘afectaría’ la deteriorada reserva Van der Hammen, sin discutir si la propuesta distrital puede resultar mejor para proteger los humedales y la ronda del río y permitir una expansión ordenada de la ciudad. No sé quién tiene razón sobre este punto, pero es necesario desideologizar el debate.
Y callan sobre los logros tempranos de la administración Peñalosa en materia de seguridad, recuperación del espacio público, reestructuración del sistema de salud, construcción de colegios y transparencia en la contratación. No les conviene hablar de estos temas, porque el contraste con el pobre desempeño de Petro y Moreno resultaría devastador para los eventuales beneficiarios de la revocatoria.
Debemos estar alertas contra este prematuro golpe de mano que intentan dar los petristas para afianzar la candidatura presidencial de su ídolo.
Y Peñalosa haría bien en ser menos arrogante, en oír más y pelear menos, y en no gastar tanto en una publicidad tan personalista que provoca rechazo.
P. S.: noticias importantes: la Misión de Gasto Público y la multa a Termocandelaria.
GUILLERMO PERRY