Si ves a tus hijos obsesionados con algo, pon ahí tu dinero. Esa parece ser esta semana la lección de Silicon Valley, donde las ideas, las inversiones y los millones quedan en casa.
Un instituto privado del valle tecnológico ha hecho una fortuna con la salida a bolsa de Snap, la compañía detrás de la aplicación de mensajes Snapchat. Se llama Saint Francis y es un colegio católico de Mountain View. Sus administradores invirtieron 15.000 dólares en la compañía cuando empezaba, en el 2012.
Cuando el jueves Snap empezó a cotizar en la bolsa de Nueva York, la inversión inicial se había convertido en 2,1 millones de acciones de clase A. El colegio vendió dos tercios de esas acciones al precio de salida de Snap, 17 dólares, y ganó en un día US$ 24 millones, dijeron sus responsables a la revista Quartz. Con el otro tercio seguirán ganando dinero.
Las acciones de Snap, luego de un gran debut y dos días al alza, ya mostraban al tercer día una caída de hasta 9 por ciento. La compañía sigue sin generar beneficios, pero está valorada en US$ 34.000 millones, como eBay y tres veces más que Twitter.
La junta del colegio invirtió cuando Snapchat era desconocido hasta para sus alumnos, en 2012. Lo hicieron por recomendación del padre de dos alumnos, Barry Eggers, quien trabaja como inversor de capital riesgo en la firma Lightspeed Venture Partners. Ese año, la empresa de Eggers invirtió US$ 485.000 en la financiación de Snapchat.
En una publicación, el inversor recordó que su relación con Snapchat comenzó un día que su hija llegó a casa con unos amigos. Estaban sentados en la mesa de la cocina metidos en sus móviles y riéndose. “¿Has visto esta app? Se llama Snapchat”, le dijo su hija. “Haces fotos, se las mandas a tus amigos y desaparecen unos segundos después”. Era una de las apps más populares en el colegio.
PABLO JIMÉNEZ DE SANDOVAL Ediciones EL PAÍS, SL 2017