Hacer visible lo invisible y enigmático que esconde un material como el vidrio es lo que se propone la artista plástica Marta Isabel Ramírez Silva con la muestra que se apodera de la sala Débora Arango, del Centro Cultural Gabriel García Márquez.
La exhibición, que lleva como título ‘Invisible’, se compone de varios momentos que reflejan no solo las múltiples maneras de jugar artísticamente con el vidrio, sino las metáforas que puede encerrar, que de paso la artista define como “paisajes de lo imperceptible”.
Ramírez explica que comenzó a pensar en esa idea de lo “invisible” un día mientras miraba una caída de agua, que decidió fotografiar.
Precisamente, de las gotas que salpican al caer en el suelo surge la instalación ‘Aguacero’, que reflexiona sobre el ‘tiempo’ y el ‘movimiento’, en un deseo de Ramírez de congelar un segundo.
“A partir de eso, que es un hecho invisible, pues el ojo no ve eso que estoy captando a través de la lente de la cámara, empecé a imaginar qué otros fenómenos son invisibles, bien sea por la velocidad o por la escala”, explica. Así fue surgiendo el hilo conductor de la muestra.
En ese sentido, la artista reúne una especie de colección de invisibles, algunos de escala muy pequeña que solo los capta la lente de un microscopio.
Eso ocurre con ‘Alta pureza’, donde se ven microorganismos en vidrio sobre una mesa iluminada por debajo, que aluden al diminuto mundo marino.
‘Geometría de la nieve’ es otra instalación que domina la pared del fondo de la sala, que remite a la conformación geométrica de un copo de nieve, con estalactitas de vidrio.
Ramírez bautizó otra de las piezas ‘El mar de la tranquilidad’, en alusión al lugar donde llegaron los astronautas en la Luna. “Ellos decían poéticamente que en ese lugar el horizonte no tenía profundidad y el paisaje parecía encapsulado”, comenta.
Por eso, el conjunto de obras que componen esta pequeña serie son una especie de contenedores de vidrio con esculturas en el mismo material, que proyectan a su vez formas en la pared, gracias a la luz.
El vidrio también dialoga con el conjunto de fotografías titulado ‘Cámara lenta’, en las que la artista explora la idea de velocidad en las gotas de agua.
“Trato de recrear mi interpretación poética de todos estos fenómenos de la naturaleza. No hay una literalidad científica. Desde el fundamento científico hago mi propuesta artística”, anota Ramírez.
Esa pasión por el vidrio de la artista bogotana comenzó desde cuando se formó como diseñadora industrial, hace más de 20 años, en la Universidad Nacional, en la que tomó una electiva de vitrales. “Entonces el vidrio fue amor a primera vista”, dice.
Ramírez trabaja en su taller, en el nororiente de Bogotá, cada pieza de vidrio soplado. Esta técnica en particular la aprendió hace cinco años.
Algunas de sus obras se encuentran en la sala Cristal del Museo Virtual del Vidrio de Bogotá y en la Sala Vitro del mismo. Además, enriquecen la colección permanente de la Rakow Library de Corning (Nueva York), el circuito del vidrio de esa ciudad, en donde tuvo la oportunidad de realizar una beca de residencia artística.
¿Dónde y cuándo?
Hasta el 2 de abril, en el Centro Cultural Gabriel García Márquez (calle 11 n.° 5-60, Bogotá). Informes: (1) 2832200.
CARLOS RESTREPO
Cultura y Entretenimiento