El músico Roberto Camargo les atribuye en parte a las horas de soledad en su infancia su vena compositora. Hijo único, de padre santandereano y madre guajira, Camargo cuenta que creció rodeado de todo un mundo imaginario.
“Con el paso del tiempo, uno va entendiendo que el ser hijo único genera soledades no elegidas, que necesariamente te vuelven sensible desde pequeño. Entonces, en esos amigos imaginarios que uno cultiva a lo largo de esos años surge el asunto de crear historias o de inventar cosas, como una forma de autojuego y de comunicación con los demás”, anota.
Ese universo de infancia del cantautor encontró abono fértil, además, en el contexto de la magia caribe de su familia materna en La Guajira, en donde pasó sus primeros años de vida.
Dan cuenta de ello los tres álbumes más recientes de Camargo: Canciones en tenis rojos y Canciones en tenis azules, así como el Bosque concierto, dirigido al público infantil.
De esos primeros años de vida, Camargo (1977) recuerda cuando heredó una caja de cómics mexicanos de sus tíos de Maicao y Fundación, en donde se encontraban, entre otros, Calimán y Águila solitaria. Estos, junto con El loco, de Khalil Gibran, fueron su primer acercamiento a las letras.
Luego se instaló en Bogotá, en donde aprendió a tocar guitarra de la mano de la movida de la canción latinoamericana y el rock en español, entre los que destaca a Soda Stereo, Charly García, Fito Páez, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, entre otros.
Aunque se graduó en Diseño Industrial en la Universidad Nacional, la música siempre fue su compañera inseparable en toda esta etapa, cantando en los circuitos de bares que había entre su universidad y la Javeriana.
En esos años se dio cuenta de que además tenía el don de divertir al público de una manera original. “El humor llega intuitivamente en la época de los bares, porque es la posibilidad permanente de juego del lenguaje y la música en la relación con el otro. Entonces, como cantante de bar, siempre fui pésimo para los covers (versiones). Por eso, le aposté a cantar mis canciones”, comenta.
Sin embargo, siente que el humor llegó a su vida en serio en el año 2008. En ese momento, empezó a explorar el género de la comedia teatral y se involucró también con la movida del stand up comedy, la improvisación y el clown.
“Hacer humor desde la música es muy difícil, porque implica poner a dialogar dos disciplinas que ya cada una en sí misma es un mundo infinito de posibilidades”, explica Camargo.
Para ello, bebió del talento de artistas que admira como Les Luthiers, el cubano Virulo, el uruguayo Leo Maslíah e incluso la recordada agrupación Los Meros Recochan Boys, de Jimmy Salcedo.
Los tenis, que dan título a sus recopilatorios de carrera profesional, son una metáfora de esa música fresca en clave ‘mamagallísta’ que caracteriza sus composiciones, como sus canciones Cuando me sueño Piqué, El malo del paseo y Oh oh Gonzalo (esta última en homenaje a la desaparición de su amigo, el también comediante Gonzalo Valderrama).
Sobre su faceta más reciente, inspirada en el público infantil –de la mano de Jorge Franco y Alfredo Rojas–, Camargo anota que “así como puedes direccionar el humor para ser políticamente incorrecto con los adultos, esa combinación de la música y el humor blanco son un elemento de comunicación hermosa de relación con los niños”.
CARLOS RESTREPO
Cultura y Entretenimiento