Señor Director:
El Eln, grupo antes ideológico que enarbolaba su bandera de lucha desde su creación (1964) en alcanzar reivindicaciones sociales y la nacionalización de los recursos naturales (“petróleo de los colombianos para los colombianos”), hoy, diezmado y convertido en grupo terrorista, sobrevive con el financiamiento de secuestros de indefensas personas y tiene su cobarde accionar en regiones de Arauca, Norte de Santander, este del Casanare y Chocó. Y se financia, adicionalmente, cuidando cultivos de coca. A sus milicias terroristas urbanas y a los guerrilleros que atentan desde las montañas, el Gobierno les tiende la mano generosa, como lo hizo con las Farc, para que se reintegren con justicia transicional al seno de la sociedad. El tren de la paz aún los espera para que embarquen en él, mas deberían entender que la paciencia se agota.
Rafael Antonio Córdoba Ardila
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Señor Director:
La negociación con el Eln será larga, pues este grupo es disperso y no parece querer la paz. Ellos desde hace mucho tiempo son los peores secuestradores y, además, manejan grandes negocios de minería ilegal y de coca. Lograr que sus hombres dejen estas fuentes de ingreso y pasen a la vida democrática no es fácil.
Lo que hicieron con el petardo en La Macarena de Bogotá, cerca de la plaza de toros, es la muestra de lo que son, y el cinismo con el que lo reconocen pinta sus intenciones. El Gobierno tiene que poner sus condiciones y combatirlos, pues el pueblo lo respalda.
José Francisco Piñeres
¿Por qué los ovnis?
Señor Director:
La posibilidad de hallar vida en los exoplanetas, recién descubiertos, destacan, de algún modo, la importancia de los llamados objetos voladores no identificados, que podrían ser los mensajeros de civilizaciones ignoradas. Los ovnis no siempre motivan leyenda y charlatanería: hace años, uno de estos viajeros, sin registro aeronáutico, fue captado ocasionalmente por una fotógrafa paisajista en Belén, Boyacá.
Esta fotografía fue publicada en EL TIEMPO con el titular ‘Ovni, ¿o qué?’, el viernes 6 de diciembre de 1978. Ha sido considerada internacionalmente como muy impactante, nítida, detallada y evidente.
Miguel Roberto Forero García
No fue error, fue parodia
Señor Director:
A propósito del editorial ‘Un error de película’ (28-2-2017), por haber visto en directo la ceremonia de entrega de los premios Óscar, mi impresión es la de que no fue un error; fue una auténtica payasada de los organizadores, copiando lo sucedido en un anterior evento de Miss Universo. Eso fue montado. Además, se sabe que la política incide para dar los premios y es clara la confrontación que han tenido medios de Hollywood con el presidente Trump. La cinta ganadora no necesitaba de este espectáculo grotesco. Que fue un error, no se lo cree nadie, en un acto en el que todo está previsto.
Ricardo Alegría Zambrano
Popayán
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