El ‘currambero’ de 50 años o más añora el Carnaval de antaño, ese de los desfiles que se veían sentados en el bordillo o el de bailes callejeros en verbenas populares.
Con el paso del tiempo aquello se perdió por muchos factores, como la explotación del espacio público en la Batalla de Flores y los otros grandes desfiles por la Vía 40; o por los problemas de seguridad que llevaron prácticamente a desaparecer las verbenas, que tuvieron su mejor apogeo para esos ‘curramberos’ en los años 60, 70 y parte de los 80.
La falta de escenarios deportivos, en la actualidad intervenidos con miras a los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de 2018, obligó a otros lugares, como la Plaza de la Paz y el parqueadero del estadio metropolitano Roberto Meléndez, para eventos carnavaleros, como la coronación de la Reina ‘Fefi’ Mendoza.
Pero el pregón de ese llevar del Carnaval al pueblo se dio de manera categórica en un proyecto llamado ‘Baila la Calle’, que comenzó el viernes y finalizaba anoche. En el Par Vial de la carrera 50, de la calle Murillo hasta la Aduana Vieja, el pueblo pudo gozar como antes, sin tener que pagar por un lugar, sentado en un bordillo y consumir bebidas y alimentos a precios moderados (también se podía llevar), escuchando música en vivo de diferentes agrupaciones o a través de amplificadores de picós, en templetes estratégicamentes ubicados a lo largo de los 450 metros.
Reconocidos restaurantes ofrecían sus platos y hasta el estadero La Troja tenía su local que, para variar, permaneció repleto.
Todo en completo orden, en medio del goce sano del pueblo –incluso muchas familias llegaron con menores de edad a observar–, que bailaba los diferentes aires musicales, predominando la de Carnaval.
Este proyecto vale la pena multiplicarlo, llevarlo a otros puntos. Darle al pueblo opciones cercanas del ‘Baila la Calle’.
BARRANQUILLA