Hombres entre los 25 y 30 años, con línea directa con el Comando Central del Eln (Coce) y que integran el Frente de Guerra Urbano Nacional estarían detrás de cuatro ataques perpetrados con explosivos de alto poder contra la Fuerza Pública cometidos desde el 2015 hasta la fecha en Bogotá.
A esa conclusión llegó un cuerpo élite de inteligencia –Ejército, Fiscalía y Policía– luego de realizar una radiografía de lo que califican hechos terroristas registrados en la capital en los dos últimos años.
Según las autoridades, son tres los jefes y cerebros de cada acción cometida por el Eln en Bogotá, donde no hay más de 10 entrenados en estrategia militar. “Han recibido, de expertos que vienen a Bogotá, de Arauca y Norte de Santander, entrenamiento en la fabricación de explosivos y en utilización de metralla para causar mayor afectación en cada acción”, dijo una fuente de inteligencia a EL TIEMPO.
Estos milicianos se apoyan en estructuras secundarias denominadas células y triadas, tácticas de la llamada ‘guerra de guerrillas’, que se traduce en atacar sin ser visto.
Los milicianos natos vienen de sectores populares y la mayoría de ellos asisten a universidades públicas. Hay informes que reportan a estudiantes que llevan más de 10 años adelantando una carrera, sin lograr graduarse.
Los ataques de la milicia tienen como objetivo directo y único la Fuerza Pública, buscando la mayor cantidad de bajas y heridos. Prueba de ello son los dos ataques recientes registrados en Bogotá que dejaron dos uniformados muertos y 30 heridos: la explosión registrada en el sector de La Macarena el domingo 19 de febrero y el ataque a la estación de Policía de Torca, en diciembre pasado.
“Estos dos ataques fueron planeados, hubo vigilancia, de uno o varios días, para establecer la rutina de los uniformados. Se utilizó el mismo explosivo, el mismo cordón detonante y el mismo sistema de activación: un celular. Es un ‘modus operandi’ que señala a las milicias del Eln”, afirman las autoridades.
Estas milicias pueden estar subdivididas en células; en Bogotá se han identificado tres (en las universidades Antonio Nariño, Nacional y Pedagógica), que no cuentan con más de seis integrantes cada una y con la garantía de seguridad para sus miembros de no conocerse entre estructuras.
Una de las células identificadas se conocía con el nombre de ‘Llamarada’ y tenía como base de operaciones la Universidad Nacional. “En su momento se les sindicó de varios ataques con explosivos, los preparaban al mismo interior del alma máter. Se logró la captura de varios de sus integrantes pero quedaron en libertad en el 2015”, dijo uno de los investigadores que estuvo al frente de ese caso.
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Las triadas
Las células se encargan de conformar las triadas, que tienen su base en las universidades públicas. En cada centro educativo pueden establecerse hasta 10. Cada uno con tres integrantes, que tienen a una persona como hilo conductor, pero que, pese a estar en el mismo lugar, no se conocen entre sí. No saben de la existencia de las otras y, por ende, no interactúan; así, si los capturan tienen la ventaja de que no conocen su estructura y no pueden delatar a los demás.
Según la investigación adelantada por los cuerpos de inteligencia, estos pequeños grupos son los que conformarían el Movimiento Revolucionario Popular (MRP), que ha protagonizado durante el último año la ubicación y detonación de 10 bombas panfletarias en Bogotá.
Las células pueden ordenar a una triada diferente perpetrar un ataque como prueba de fuego para su graduación.
“Ellos se encargan de ejecutar golpes de opinión. Activan las bombas en sedes bancarias para generar empatía con la ciudadanía, por la reforma tributaria, o contra EPS para protestar contra el sistema de salud o contra la Dian por el tema económico. Su objetivo es llamar la atención sin afectar físicamente a la ciudadanía”, señaló la fuente de inteligencia.
En este nivel se encuentra Mateo Gutiérrez León, capturado por la Policía por ser integrante del MRP. Él está catalogado como jefe de célula, sindicado de activar, el pasado el 21 de diciembre, un explosivo en las instalaciones de la Dian. Y también de otras dos acciones similares en el 2015. Arturo Stiven Buitrago Montaño, también capturado por la Policía, lideró los ataques con bombas panfletarias contra tres entidades bancarias en el 2016.
Este fin de semana, expertos en tecnología se pusieron al frente del proceso para desencriptar información de los computadores y celulares de estos dos hombres que permita identificar, ubicar y capturar a los jefes de milicias que ejecutan y organizan los actos terroristas que están azotando a la capital.
Ataques en Norte de Santander también son responsabilidad del Eln
El pasado viernes, el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, resultó ileso luego de que desconocidos atentaron contra la caravana de vehículos en la que viajaba con su escolta en la vía que conduce de El Carmen a Ocaña.
El hecho, en el que dos policías de la Sijín resultaron levemente heridos, se atribuye inicialmente a la guerrilla del Eln.
A través de un comunicado, el Ejército aseguró que, pese a las recomendaciones de seguridad que se le hicieron al mandatario, este prefirió hacer el recorrido por tierra.
“Conocida la intención del mandatario, se hizo especial énfasis en la recomendación de no hacer movimientos en vehículo, sino por aire”, se lee en el comunicado.
El Ejército agrega que se había dispuesto un helicóptero para que Villamizar se desplazara a las 7 de la mañana.
Sin embargo, el Gobernador no llegó al lugar en donde debía abordar.
“Siendo las 8:30 de la mañana, y advirtiendo que el señor Gobernador no hizo presencia para abordar, el helicóptero debió continuar sus misiones operacionales en la jurisdicción de la Segunda División del Ejército”.
JUSTICIA