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Qué forma de vida podría encontrarse en Trappist-1 y otras respuestas

El descubrimiento de exoplanetas significa un nuevo punto de partida para buscar vida extraterreste.

Sin duda, la noticia científica de esta semana fue el anuncio de la Nasa acerca del hallazgo de siete exoplanetas en un sistema solar cuya estrella, Trappist–1, es una enana roja superfría a 40 años luz del Sistema Solar.
El descubrimiento, hecho por un grupo internacional de investigadores y publicado en la revista británica ‘Nature’, abre una nueva ventana para que los científicos se asomen a buscar vida más allá de nuestro vecindario cósmico, principalmente porque al menos tres de sus planetas se encuentran en la denominada zona de habitabilidad.
El sistema planetario Trappist–1 es una versión compacta de nuestro propio sistema solar: además de que su estrella es 10 veces más pequeña que el Sol, sus siete mundos giran tan cerca de él que, el más lejano –Trappist h– cabría dentro de la órbita de Mercurio, el planeta que más cerca está de nuestra estrella. Además, es tal la cercanía de los exoplanetas con su estrella que el año en Trappist h es de solo unos 20 días.
El hallazgo se logró gracias a un método denominado tránsito fotométrico, el cual consiste en detectar las fluctuaciones de la luz que emite Trappist–1 cada vez que uno de sus planetas se interpone entre ella (la estrella) y los telescopios con los que es observada. Se trata de una técnica de observación indirecta que, si bien revela datos sobre el sistema, también genera muchísimas nuevas incógnitas.
A continuación, los astrofísicos Juan Diego Soler, del Instituto Planck (Alemania) y Santiago Vargas, del Observatorio Astronómico Nacional, responden algunas preguntas comunes sobre este espectacular hallazgo.
¿De dónde viene el nombre?
Es el acrónimo en inglés de Telescopio Pequeño para Planetas y Planetesimales en Tránsito, ubicado en el Observatorio Astronómico de La Silla, en Chile. Esta palabra fue usada por el equipo belga que lideró el descubrimiento, haciendo honor a la comunidad de monjes trapistas, famosos en Bélgica y otros países europeos por ser fabricantes de cerveza.
¿Qué significa estar en la zona de habitabilidad?
Es la región alrededor de una estrella en la cual la radiación –la luz que emite la estrella– permite un rango de temperatura adecuado que posibilita la presencia de agua en estado líquido sobre la superficie de cualquier planeta rocoso que se encontrase en ella. En el Sistema Solar esta zona va más o menos desde la órbita de Venus hasta un poco más allá de la órbita de Marte.
¿Tenemos idea de cómo son estos exoplanetas?
Tienen diámetros y masas muy similares a la Tierra. Con estos datos deducimos que su densidad es compatible con la de un planeta rocoso. Como están tan cerca de su estrella es probable que le den la misma cara, como la Luna a la Tierra, y tengan un hemisferio donde siempre es de día y otro donde es de noche. El color es un misterio, pero sabemos que la luz que emite Trappist 1 es, en su mayoría, infrarroja; es decir, ni siquiera corresponde a un color que nuestros ojos puedan percibir.
¿A cuánto equivalen 40 años luz?
Es la distancia que la luz viaja en 40 años. Equivale a unas diez veces la distancia a Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro Sol. En términos más sencillos, es la distancia que un Transmilenio viajaría en 700 mil millones de años. Si el Sistema Solar tuviese el tamaño de una ‘pizza’ mediana, Trappist-1 estaría a 9 kilómetros.
Siempre que se habla de la vida fuera de nuestro planeta se hace la aclaración de que nos referimos a la vida como la conocemos. ¿Qué quiere decir esto?, ¿qué otras formas de vida pueden existir?
Es difícil definir qué es un ser vivo, incluso en la Tierra. Hay formas de vida que escapan al sentido común, como los virus, que son extremadamente simples pero muy efectivos en multiplicarse. También hay organismos extremófilos que viven en condiciones extremas como, por ejemplo, los tardígrados.
¿Eso quiere decir que, eventualmente, podría ser habitable para los humanos?
No necesariamente, pues depende de otros factores, además de la distancia de los planetas en relación con su estrella. También se deben considerar la presencia de una atmósfera, de un campo magnético, de la inclinación del eje de rotación, entre otros aspectos. Por ejemplo, aunque Marte está en la zona habitable de nuestro Sistema Solar, su entorno resulta muy hostil para la supervivencia humana.
¿Por qué, a pesar de ser tan lejos, los astrónomos insisten en que es cerca?
Porque en términos del diámetro de nuestra galaxia, 100.000 años luz –y de la capacidad de los telescopios modernos– está muy cerca.
¿Dada la dificultad de llegar hasta allá, se puede pensar en atajos como en la película ‘Interestelar’ (a través de un agujero de gusano)?
Con el descubrimiento de ciertas propiedades del tejido espaciotemporal en el que estamos inmersos, como el reciente hallazgo de manera directa de las ondas gravitacionales, nos acercamos a esta posibilidad; pero los saltos tecnológicos claves para hacer posible la manipulación del espacio-tiempo aún son cosa de ciencia ficción.
¿Hemos descubierto vida en por fuera de la Tierra?
No. Hemos descubierto materia orgánica, compuestos de carbono, hidrógeno y oxígeno que forman la base de la biología de los seres vivos en la Tierra. Sabemos que esos elementos clave están entre los más comunes en nuestra galaxia, pero una forma de vida propiamente dicha, no.
De encontrar vida en Trappist, ¿podríamos comunicarnos?
Sí, pero si hoy enviáramos una señal de comunicación hacia Trappist con una antena muy potente, como en efecto lo han intentado desde el Search for ExtraTerrestrial Intelligence (Seti), el mensaje tardaría en llegar 40 años, y la respuesta, otros 40 años en llegar a nosotros.
¿Cuántos sistemas como el nuestro, cómo Trappist–1 o Próxima Centauri, hay ‘cerca’?
En la Vía Láctea, nuestra galaxia, se estima que hay 100 mil millones de estrellas, de las cuales tres de cada cuatro son enanas rojas como Trappist-1. Es posible que más del 70 por ciento de ellas tengan un sistema de planetas girando a su alrededor.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO
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