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Mesa reservada / El condimentario

Mesa reservada / El condimentario

Si no puede asistir, póngase la mano en el 'considere' y haga la respectiva llamada de cancelación.

25 de febrero 2017 , 05:39 p. m.

¿No se muere de la ira cuando tiene una reunión, la que sea, y se la incumplen sin avisar? Lo normal es que si tenemos cita con el médico, el odontólogo, el jefe, el amor, los amigos o familia, el mecánico y hasta con el peluquero o manicurista y no podemos asistir, llamemos a cancelarla, ¿cierto? Lo que no entiendo es por qué razón si se hace una reserva en un restaurante y es imposible atenderla, no se le informe oportunamente al lugar.

He escuchado a muchos cocineros y empresarios de la industria gastronómica quejarse de esto en repetidas ocasiones. Dándole la vuelta a la sartén, los que estamos del otro lado, los comensales, criticamos con mucha facilidad y ligereza el servicio, la comida, la decoración y hasta los precios de los restaurantes, pero pocas veces nos detenemos a mirarnos a nosotros mismos. Juzgar sin ponerse en los zapatos del otro parece ser uno de los deportes nacionales, y en materia culinaria es más fácil aún, gracias a la inmediatez y el oportunismo que otorgan los celulares y las redes sociales.

El tema complejo del asunto es que si separan una mesa, especialmente en un lugar de moda o con pocos puestos, y más aún cuando es para varias personas y no llegan, no solo están dejando que otros pierdan la oportunidad de disfrutar del sitio, sino que además, en muchos casos, resulta una pérdida en términos económicos para el restaurante; mejor dicho, como coloquialmente se dice, quedan colgados de la brocha, sin hablar de lo irrespetuoso que resulta el hecho.

Ante esto, porque es un fenómeno global, en otros países, al hacer la reserva están tomando la siguiente medida: se le solicita al cliente un número de tarjeta de crédito y se le informa que si no asiste a la hora pactada, se le cargará un valor proporcional al número de puestos que aparta. ¿Estaría usted dispuesto a aceptar esta sanción? Asumo que no, nada duele más que le toquen a uno el bolsillo, pero paradójicamente eso es justo lo que se hace con los amigos restauranteros cuando los dejamos metidos.

No se trata de dar cátedra de moral ni de educación, ni más faltaba, ¿quién soy yo? Estas palabras son una mera reflexión, que no sobra hacerla en voz alta. Para la próxima, póngase la mano en el ‘considere’ y haga la respectiva llamada de cancelación, que, estoy segura, le agradecerán infinitamente. Buen provecho.

De postre: anuncio con fanfarria, bombos y platillos que está sabroso el restaurante 7 Cabras, de cocina mediterránea, en la calle 70 n.° 9-92.

MARGARITA BERNAL
Especial para EL TIEMPO
www.elcondimentariodemargarita.com

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