El proyecto Morro de Moravia recibió este mes el primer puesto del Premio Orbe InnoVerde de la Cámara de Comercio de Infraestructura de Francia-Colombia y del diario Portafolio.
El motivo por el cual se le otorgó el reconocimiento a este plan de recuperación ambiental, liderado por la Alcaldía de Medellín desde el 2008 y asumido por la Secretaría de Medio Ambiente desde el 2013, es que ha transformado un botadero de basuras a cielo abierto en el jardín público más grande de toda la ciudad.
Esta transformación ha sido posible con procesos de fito y biorremediación, que mediante encimas y siembra de plantas ha intervenido 4,4 de 7,6 hectáreas por recuperar; un proyecto que tomará cerca de 20 años.
Según Joe Sánchez, ingeniero ambiental del proyecto de Moravia, en el momento se ha recuperado entre un 60 y un 70 por ciento de la capa superficial del suelo del lugar. La idea, además, es sembrar árboles para fortalecer el área verde de la ciudad, según comentó Óscar Hoyos, secretario de Medio Ambiente de Medellín.
A pesar de estos avances, aún no se ha reubicado a todas las familias que habitan en lo que se conoce como El Morro, una zona de alto riesgo declarada calamidad pública por el Ministerio del Interior en el 2006.
Algo de historia
En 1977 el Concejo de Medellín decidió la ubicación transitoria del depósito final de basuras de la ciudad en el sector de Moravia. En el sector se asentaron personas que se dedicaban al reciclaje.
Según el documento técnico del Plan de Mejoramiento Integral del barrio Moravia, realizado por la Alcaldía en el 2004, entre 1983 y 1987 se agotó el área disponible para el botadero de basura; para esa época habitaban allí cerca de 14.600 personas.
En 1984 la Alcaldía prohibió definitivamente que se llevaran más basuras hacia El Morro, que para entonces era una montaña de 35 metros de altura y acumulaba 1,5 toneladas de desechos.
Reubicación de vivienda
Desde el 2006 el Instituto de Vivienda y Hábitat de Medellín (Isvimed) comenzó a reubicar a esta población en proyectos de vivienda de la Alcaldía (algunos en el mismo sector, la mayoría, en barrios periféricos de la ciudad).
Sin embargo, ese convenio terminó en el 2014, en ese año se hizo la última reubicación. “Pero a estas familias se les ha seguido acompañando e insistiendo en que evacúen el territorio”, dijo Natalia Restrepo, subdirectora Poblacional del Isvimed.
Según datos del Isvimed, hasta 2014 habían sido reubicadas 1.769 familias y aún faltaban 156.
“¿Qué se va a ir uno por allá lejos a tener que pagar un montón de cosas?”, pregunta Miguel Ángel Hernández, habitante hace 30 años de El Morro de Moravia y representante de la Mesa de Concertación del sector; y es que al ser reubicados a zonas con propiedad legal (en el morro no había títulos de propiedad de los predios), los exhabitantes de Moravia deben pagar servicios, impuesto predial y en algunos casos, costos de mantenimiento de zonas comunes, lo que incrementa su costo de vida.
Por otro lado, gran parte de la oferta de la Alcaldía era en propiedad horizontal, lo que no permite que las personas amplíen sus viviendas. Este ha sido uno de los mayores conflictos para reubicar a toda la población.
Otra de las opciones de reubicación consistió en subsidios para comprar viviendas usadas, pero con esto también hubo conflictos porque la cantidad de estas viviendas es más limitada y “además que siempre han querido que sea cercano al sector, y allí las viviendas sobrepasan el tope institucional que son 70 salarios mínimo mensuales”, comentó Restrepo.
La última reunión entre el Isvimed y la comunidad fue en junio del 2016. Los habitantes que aún viven en El Morro no dejan el que ha sido su territorio por mucho tiempo, aún menos, dijo Hernández, sabiendo que sin el convenio con Isvimed no serán reubicados en viviendas permanentes.
María Isabel Ortiz Fonnegra
Redactora de EL TIEMPO