Mary Louise Streep es una mujer imparable. A pesar de tener un nombre legendario y de su gran palmarés profesional, mantiene su deseo por seguir alcanzando la excelencia. Esta actriz, nacida en Nueva Jersey en 1949, no ha dejado de trabajar interpretando toda clase de papeles desde que decidió seguir el camino de la actuación a los ocho años de edad.
![]() Meryl Streep en la revista BOCAS. |
Debutó cinematográficamente en 1976 en la película Julia. Desde entonces, su carrera no ha dejado de tener éxito, lo que se demuestra en filmes como La mujer del teniente francés (1981), Silkwood (1983), Memorias de África (1985), Tallo de Hierro (1987), Un grito en la oscuridad (1988), Los puentes de Madison (1995), Adaptation (2003), El diablo viste a la moda (2006) y Julie & Julia (2010).
Ha ganado el Premio Óscar de la Academia en tres ocasiones: en 1979 como mejor actriz de reparto en Kramer contra Kramer, en 1982 como mejor actriz principal en La decisión de Sophie y en 2011 con su papel de Margaret Thatcher en La dama de hierro. Como actriz es tan versátil que la podemos ver interpretando a una madre soltera envuelta en un dilema de amor en el musical Mamma Mia! (2008), como una monja superestricta y con una personalidad oscura a cargo de un colegio católico en Duda (2009), como una obsesiva madre alcohólica y con cáncer en August: Osage County (2013), o una bruja en la película de fantasía Into the Woods (2014). Meryl ha vivido una carrera llena de satisfacciones con los personajes que ha interpretado y es capaz de convencer a la audiencia con cada una de sus interpretaciones sin importar el género que se le ponga en frente: drama, comedia o musical.
En Florence Foster Jenkins, dirigida por Stephen Frears, interpreta a una cantante de ópera con una voz no muy prodigiosa, pero con un entusiasmo único que la lleva a convencerse de que puede cumplir su sueño de ser exitosa. La trama de la película está basada en la vida real de una mujer que hizo parte de la alta sociedad neoyorquina en la década de 1940.
Con este papel, Streep alcanzó su vigésima nominación al premio de la Academia, el mayor número de nominaciones para una actriz en toda la historia. Y aunque es indiscutible que esta nominación es merecida por su propio mérito artístico, varios especialistas del cine coinciden en que el discurso que ofreció tras recibir el premio Cecil B. DeMille por toda una vida artística en los pasados Globos de Oro –en el que criticó fuertemente el comportamiento del presidente estadounidense Donald Trump– fue determinante para concretar su cupo entre un grupo reñido de actrices que buscaban la nominación.
Está casada desde 1978 con Don Gummer, tiene cuatro hijos –Henry, Mamie, Grace y Louisa– y, sin lugar a dudas, Meryl Streep es una de las mejores actrices de toda la historia.
En Florence Foster Jenkins usted interpreta a una mujer real, con pocas aptitudes de canto, pero que se empecinó en hacer una carrera. ¿Qué pensó de ella cuando conoció la historia?
Si hubo algo que me motivó a entrar en este proyecto fue que al leer sobre su vida, sobre su forma de ser, me di cuenta de que Florence realmente pensaba que era una buena cantante. Creo que todos pensamos que sonamos muy bien en la ducha, donde hay esa reverberación agradable mientras el agua te está cayendo en la cara y donde hay algo de liberación al estar totalmente solo y seguir tus propias notas musicales. Te digo esto porque una vez escuché una grabación, creo que era Irving Berlin, en la que está tocando y cantando; la forma de tocar el piano es maravillosa, pero a la hora de cantar daba vueltas alrededor de las notas; supuestamente estaban en su cabeza, pero él no estaba entonándolas bien. Y yo seguía pensando: “¡Pero es un genio, él debe saber cómo debería sonar!”. Tal vez esto era parte de la incapacidad de Florence para oírse a sí misma, o podría ser porque tenía retos físicos que implicaban el tinnitus, porque ella podría haber estado enferma. ¿Quién sabe? ¿Quién sabe lo que ella escuchaba? Yo sé que tenemos delirios sobre nosotros mismos y pensamos que sonamos de una forma que simplemente no es como creemos.
¿Usted ha aportado a cambiar la percepción del rol de las mujeres en el cine?
Bueno, no creo que yo haya contribuido directamente. He tenido la suerte de estar en ciertas películas que, de alguna manera, han sido pioneras. Fue lo que pasó con Kramer contra Kramer, que fue definitiva para mí y para muchísima gente porque en un tiempo en el que la gente simplemente no se divorciaba, abrió muchas inquietudes. Siento que he tenido la suerte de aparecer en películas donde los personajes han sido un espejo para un montón de cosas que suceden en la sociedad. ¡Pero no te dejes engañar! El negocio del cine sigue siendo impulsado por los hombres y por la industria de la narrativa masculina, a diferencia de lo que se puede ver en la televisión.
La forma como se transforma en cada uno de los personajes que interpreta es fascinante. ¿Cómo es el proceso para meterse de lleno en cada uno de ellos?
No es fácil mimetizarse en cada uno de los papeles que me comprometo a interpretar, más cuando hay ocasiones en las que ruedo casi dos personajes a la vez, uno detrás de otro, lo cual no da tiempo para poder sacarme un personaje completamente de la cabeza. Pienso que mi secreto es tratar de vivir mis personajes desde la primera vez que leo un guion, como si estuviera dentro de la historia en un libro.
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¿La han afectado las transformaciones que ha tenido en su carrera?
Cada uno de los personajes que he interpretado a lo largo de mi vida me ha llevado a donde me encuentro hoy, por eso estoy muy agradecida con cada uno de esos papeles, con cada director y con los colegas con los que he trabajado. De todos he aprendido y sigo aprendiendo, así ya sea toda una vieja [risas]. Pienso que a medida que pasa el tiempo me siento más agradecida por estar viva, por eso he estado pendiente de dar a los demás también y de tratar de disfrutar más la vida. Como buena mujer de signo Cáncer, soy como un cangrejo que vive encerrada mucho en la casa, soy muy hogareña, lo cual no es malo, pero quiero salir y conocer más de la vida y el mundo. La vida es corta.
¿Cómo es usted en un día normal en casa?
¡Ah! Yo puedo ser toda una montaña rusa en cuestión de emociones. Suelo ser dulce con mi esposo y mis hijas, pero eso no quiere decir que con mis hijas haya dejado de ser exigente. Siempre lo he sido. Dicen que en cada hogar siempre hay alguien que tiene los pantalones mejor puestos que su pareja. Pues en mi casa suelo llevarlos yo, sin ninguna vergüenza.
¿Siempre ha sido así de meticulosa en su vida?
No siempre… Recuerda que yo también fui joven y rebelde. En el colegio me gustaba ser porrista y salir con los chicos, fumar a escondidas y esas tonterías que hace uno de adolescente. ¡Cómo es la vida! Así como a Florence Foster le encantaba la ópera, a mí realmente no me gustaba mucho porque mis padres me matricularon a clases de canto operático, lo cual no era de mi devoción, pero como yo era algo rebelde y mi padre se enfermó cuando yo tenía 15 años, tuvieron que cancelar esas lecciones. De todas maneras, de algo me tuvieron que haber servido para poder cantar hoy [risas].
¿Todavía siente nervios al comenzar un rodaje o salir a hablar en público?
A veces sucede y otras veces no. Ahora pienso que sucede más a menudo cuando tengo que ser yo misma, Meryl Streep, porque la gente pone un parámetro mayor de expectativa por saber quién soy y lo que represento, algo que puede resultar abrumador; entonces me siento más nerviosa en apariciones públicas o premieres…, cosas así. Pero cuando se trata de actuar, es un proceso diferente. Es como una transformación que me hace sentir plena y es algo que fluye naturalmente para mí. Eso está muy bien mientras el director se sienta satisfecho con lo que espera de mi papel.
MARIO AMAYA
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 60 - FEBRERO 2017