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Migrantes: ¿Héroes contemporáneos?

Ocho de las mujeres más relevantes de las letras francesas contemporáneas visitaron Cartagena.

Son de diversas generaciones, disciplinas, contextos y cosmovisiones. Unas sociólogas y antropólogas, como Christine Détrez y Nicole Lapierre; otras politólogas, como Catherine Wihtol de Wenden; otras consagradas novelistas, como Maylis de Kerangal (Premio Médecis 2010); y otras filósofas como Cynthia Fleury, Brigitte Labbé, Hourya Bentouhami, o Camille Louis, líder de “La Fábrica del común”, una de las experiencias más interesantes de reparación social en contextos de posconflicto.
Todas ellas hablaron de exilio, desplazamientos, migraciones; de la compleja experiencia de quien se ve obligado a huir hacia otro territorio, ya sea por violencia, persecución, falta de oportunidades o simplemente por la necesidad interior de migrar hacia otro destino.
Catherine Wihtol de Wenden cuestionó las políticas mundiales al respecto y planteó que “la movilidad es clave para la modernidad”. Desde su perspectiva, uno de los grandes problemas de las políticas migratorias se deriva de la desconexión entre gobernantes y academia: “El conocimiento, como decía Max Weber, es esencial y ya tenemos cerca de 50 años de conocimiento sobre las migraciones, pero las políticas públicas no tienen en cuenta ese saber. Cuando un problema falla en una frontera, no se piensa en cambiar el método sino en fortalecerlo”.
Desde una visión humanista y antropológica, Nicole Lapierre, directora emérita del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, recordó que la historia del hombre, desde su origen, es un relato de nómadas y de viajes que se ha visto obstaculizado por fronteras y visas. La socióloga hizo una defensa del inmigrante como héroe, desde su perspectiva más humana: “Partir, salir, moverse, tratar de inventarse un devenir en otro lado, ya sea para uno o para sus hijos, requiere de mucha energía y valor. Descubrir modos de vida nuevos, lanzarse a eso desconocido implica tener esperanza, audacia, inventiva para recomponer una vida en un espacio impuesto. Por eso la migración requiere relatos que permitan comprender su heroicidad”.
Y si alguien ha sobresalido construyendo relatos, en este grupo de mujeres, es la novelista Maylis De kerangal, una de las escritoras más destacadas de la narrativa francesa contemporánea, quien presentó su más reciente obra titulada “Lampedusa”, en la que aborda el drama de la migración con la llegada masiva de refugiados a las costas sicilianas del Mediterráneo, así como el proceso interior que sufre todo ser humano que se somete a un cambio radical de vida.
“El libro es como un viaje, un viaje dentro de una palabra: ‘Lampedusa’. El tema del paisaje es muy importante en mi obra, porque es lo que resulta de la lectura. El paisaje es la consecuencia de la isla. Un libro que me afecta es un libro que genera un paisaje en mí. El paisaje es algo que se conserva cuando ya hemos cerrados los ojos, una realidad que se transforma a través de la escritura. Desde ese contexto, el naufragio en esta obra representa toda la tragedia de las migraciones. ‘Lampedusa’ significa eso. Es un nombre que concentra, que encapsula el significante de la tragedia de los refugiados que se intensificó en los últimos dos años. No hay que ver a los migrantes como malos ni como víctimas. De hecho, tienen mucho de héroes. Hay un asunto de aventura en el hecho de atravesar el mar, de sobrepasar obstáculos, de enfrentarse a ese mar como símbolo de movimiento, de cambio, de desafío épico”.
“La migración se volvió estructural en el mundo por muchas razones”, agrega Camille Louis. Es un fenómeno a la vez natural pero inquietante, por los matices que ha adquirido en el mundo contemporáneo debido a su proliferación global y a un movimiento masivo de poblaciones, consecuencia del terrorismo, la violencia, el hambre y la instalación de regímenes autoritarios.
“Debemos aprender a observar la diferencia más que a diseñar políticas, siendo ellas importantes también”, dice Nicole Lapierre. A lo que Catherine Wihtol de Wenden, complementa diciendo: “Hoy vivimos en un delirio de “etnización” de las sociedades, de lo religioso, de la nación. Asociamos el pensamiento con la etnia, con los perfiles físicos. Nos cuesta aceptar que alguien rubio y de ojos azules sea musulmán. O que alguien de rasgos orientales sea católico. Cuando algo no se ajusta a los estereotipos que tenemos en la mente, nos cuesta entenderlo y aceptarlo. Eso nos ha llevado a pretender proteger una identidad étnica asociada a una lengua, a un pensamiento, a una creencia, en pro de una homogenización de la nación”.
Pero ¿qué crisis afronta precisamente el concepto de “Estado-Nación” en un mundo sometido a dos fuerzas opuestas: la de la reafirmación a ultranza de las identidades y la de la vocación de apertura hacia nuevos pluralismos y fronteras?
Al respecto, el sociólogo y antropólogo Fabián Sanabria, actual Comisario general por Colombia del Año Colombia-Francia 2017, explica: “No hay identidad sin alteridad. Yo no puedo ser sin los otros. El problema es que hoy estamos asistiendo a una identidad y una alteridad muy negativas. Más que ‘identificarnos’ con otros, nos referimos a ‘diferenciarnos’ de otros, lo que ha llevado a un cuestionamiento del modelo de Estado-Nación que fracasó como modelo feliz de Estado que podía ser autónomo, identificar a otros, acogerlos o no, darles asilo o no, etc. Ya no hay matrimonio feliz entre esa institución llamada “Estado” y el alma de ese Estado, que es la “Nación” o la sociedad que hace votos con él. Hoy prima es la angustia terrible de que “papá-Estado” se divorcie de “mamá-Nación”, y lo que surge de ahí son nacionalismos y patrioterismos, encerramientos geopolíticos peligrosos. Si definimos la ‘mundialización’ en términos culturales, y la ‘globalización’ en términos económicos, hubo algo en ambos que fracasó y que no alcanzó suficientemente a mundializar ni a ‘engloblar’. No le dieron a la gente conciencia planetaria.
Así los bienes de consumo estén distribuidos por todo el planeta, no todo el mundo los puede consumir. Y, culturalmente, cuando hay gente sin cama, pues es imposible que tenga conciencia planetaria. Por eso ahora estamos optando por encerrarnos”.
¿Qué se deriva de ese encerramiento? “Ese péndulo de encerrarse y después abrirse -continúa Sanabria- hace parte de los periodos de fluctuación en espiral de la humanidad. Hoy presenciamos un encerramiento y luego tendremos que volver a redescubrir al otro y la necesidad del otro, pero con el agravante de que internet y las nuevas tecnologías contribuyen a más encerramiento, automatismo y mismidad. En los próximos años, vamos a ser mucho más egoístas, egocéntricos, violentos para defender lo nuestro, que es el estilo Trump y los modelos que se vienen implementando.
Por eso no sería raro que volvamos a una polarización este-oeste, otra vez Rusia y Estados Unidos, pero más complicado por las armas nucleares, biológicas y tecnológicas. Vamos a asistir a varios ‘Apocalipsis now’, pero el mundo va a continuar, por supuesto”.
Y sobre la aparente tendencia a la pluralidad en el mundo, finaliza: “El problema es que venimos asistiendo a una serie de ideologías discursivas y políticamente correctas, es decir hipócritas, de la apertura hacia los otros. Algunos hasta predican una ultra-apertura, pero su trayectoria de vida, orígenes, salario y lugar en el mundo es la “mismidad”, no la “otredad”. Otros, en cambio, así parezcan más “salvajes”, son más honestos de decir “me importa un carajo el otro”, que para los políticamente correctos resulta inadmisible. El asunto es que hoy lo que está conquistando el poder es la franqueza, así ello agudice el profundo encerramiento. A ver si después nos damos cuenta”.
También Nicole Lapierre planteó, sobre ese ‘encerramiento’, que uno de los problemas latentes de la migración radica “en los discursos xenófobos que consideran que los migrantes son un peligro, mientras otros los ven como víctimas. Esos clichés plantean un problema para la sociedad y para el mismo migrante, que debería ser tratado más que todo como un aventurero dispuesto a cambiar de latitud y a aportar su saber a la sociedad que lo adopta”.
Finalmente, sobre la presencia del grupo de escritoras francesas en Colombia, Anne Louyot, comisaria general por Francia para el Año Colombia-Francia 2017, y gran gestora de la programación francesa que viene al país, comentó:
“La participación de esta delegación de intelectuales francesas de renombre en el Hay Festival era para mí la manera de subrayar la contribución determinante de las mujeres a la reflexión sobre los temas centrales de nuestro tiempo, que importan tanto a Colombia como a Francia, y sobre los cuales las decisiones políticas pueden ser iluminadas por investigaciones rigurosas hechas por sociólogas filósofas y novelistas. Catherine de Wenden y Nicole Lapierre analizan el fracaso de las políticas de rechazo de los inmigrantes y convocan a la defensa de una identidad abierta que integre realmente la diversidad y los patrimonios de la memoria. Christine Détrez et Hourya Bentouhami hacen un llamado a estar alertas sobre un posible retroceso en la lucha por la igualdad de género hombre-mujer, que debe ser apoyada sin tregua por la educación. La Novelista Maylis De Kerangal hace de la observación minuciosa del mundo y de los mecanismos sociales su principal fuente de inspiración. Y Cynthia Fleury señala la importancia de los temas ambientales en el equilibrio social. Todas ellas tienen en común una empatía activa ante un mundo en el que defienden la pluralidad como elemento enriquecedor y de equilibrio contra la tentación a la intolerancia y el encerramiento. Son voces que hay que escuchar”.
Sophia Rodríguez Pouget
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