Cuando el presidente Trump nombró a Scott Pruitt en la Agencia de protección Ambiental de Estados Unidos, muchos de sus conciudadanos, y no pocos analistas, empezaron a pensar que sus promesas de desmantelar la EPA venían en serio. No en vano se sabía que Pruitt había demandado varias veces a esta agencia, en su triple calidad de petrolero, fiscal y anticlimático. Y para hacer la transición nombró a otro negacionista, Ebell.
Las promesas del Presidente anunciaban el desmonte radical del plan energético de Obama. Que, articulado con el Acuerdo de París, es decisivo para el mundo, pues EE. UU. y China aportan entre el 54 y el 57 por ciento de las emisiones de carbono del mundo. El ajedrez que se empezaba a jugar contra la ciencia se completó cuando se supo que el médico Ben Carson, caracterizado por negar la evolución, había sido nombrado secretario de Vivienda. Pero resulta que esta semana, el Pruitt negador del cambio climático salió a declarar, en contra de su poderoso jefe, que en realidad él no creía que el cambio climático fuera un fraude inventado por los chinos para menguar la competitividad de las empresas de Estados Unidos. Al fin, ¿en qué quedamos?
Nadie se aventura con una respuesta. Pero como el azar juega siempre en favor de la vida, una hora antes de la reculada de Pruitt, la Nasa y la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera produjeron un comunicado conjunto: el 2016 es oficialmente el año más cálido desde que se llevan registros. Y aquí hago un paréntesis para recordar que el cambio climático es, sin duda, el más sistémico de los fenómenos contemporáneos, y por lo tanto no convienen los análisis parciales de las nuevas realidades, como la reciente ola de calor de Bogotá. Evidentemente, las olas de calor están relacionadas con el cambio global, como bien lo sustentan la Nasa y la Noaa. Cierro el paréntesis.
Me refiero ahora a la curiosa estrategia de los ‘perros rabiosos que se van amansando’. Así le dicen a Mattis, el de Defensa. ¿Qué tan rabioso será? No se sabe. Por lo pronto, parece que Pruitt ha empezado a latir sentado, presionado como está por los senadores demócratas. ¿Y Trump? También. Ya dijo que veía alguna conexión entre los humanos y el cambio climático. Prometió “mantener la mente abierta”. En todo caso, no es una buena señal esto de ir a bandazos en asuntos de tal complejidad, mucho menos rabiosos.
Manuel Guzmán Hennessey
@GuzmanHennessey