El barrio se ha transformado considerablemente durante los últimos años.
Ya no es aquél espacio de casas grandes con solares y jardines.
Aunque las casas fueron reemplazadas por edificios de apartamentos, este Laureles de hoy no es exclusivamente residencial.
El comercio llegó para quedarse a lo largo y ancho de su territorio, especialmente en la avenida Jardín, y se convirtió en uno de los principales atractivos de esta zona, denominada Otrabanda.
Ese barrio residencial que se fundó a mediados del siglo XX está lleno de restaurantes y cafés, discotecas, tiendas de ropa y tiene hasta un teatro.
También es un barrio universitario. Entre las instituciones está la Universidad Pontificia Bolivariana. Por ejemplo, los estudiantes de otras ciudades del país y el extranjero eligen el sector para estudiar y vivir.
Los sitios de esparcimiento han funcionado como intermedios entre el trabajo y la casa, y han contribuido a la transformación de la vocación barrial de Laureles.
Es así como cada día crece la oferta con nuevos establecimientos, volviendo al barrio cada vez más comercial y más atractivo para quienes viven en él y para los visitantes de otros sectores.
Entre los lugares que aparecieron en los últimos meses se encuentran la Chocolatería Moré, New Hearts Café y Kawa, tienda de café.
Moré, una chocolatería con técnicas europeas
Para enamorar, para celebrar y para regalar un momento de felicidad. Para eso está la Chocolatería Moré, que abrió sus puertas hace cinco meses y no ha hecho más que alegrar la vida de los amantes al chocolate.
En el Día del Amor y la Amistad, del año pasado nació la Moré, ubicada en la circular cuarta.
Este es el fruto del trabajo de varios años de una familia, gracias a que durante tres generaciones se han dedicado a la repostería. Y lo siguen haciendo, solo que ahora tienen su propio local.
Ellos se encargan de llevar felicidad a las personas que consumen sus productos, porque nadie se puede resistir a un buen chocolate.
“En Moré elaboramos recetas con amor libres de conservantes que aportan energía pero sobre todo felicidad”, explican en su sitio web.
Además del chocolate, los visitantes podrán encontrar brownies, mazapanes, macarrones, tortas y bizcochos.
Las técnicas utilizadas para elaborar todos los productos se han heredado en la familia. Estas son europeas, pero hay algo muy importante, porque combinan las técnicas con productos colombianos.
El cacao que utilizan proviene de diferentes regiones del país: Antioquia, Tumaco, Huila, Arauca y Santander.
El sitio funciona como una tienda. A través de una ventana los compradores hacen su pedido, luego de observarlos en la vitrina, que exhibe todos los productos.
De igual forma tienen una tienda virtual con todo el portafolio disponible.
De acuerdo con Liliana Molina Moreno, chocolatera de Moré, “lo que vas a encontrar es una colección de chocolates artesanales con unas recetas muy clásicas de repostería”.
El café de Fredonia, el protagonista en Kawa
“Puede ser un café o ser también una bonita historia”, así reciben a los clientes en Kawa, tienda de café.
Kawa es un espacio que nació con el ánimo y la intención de continuar con la tradición del café como un lugar para conversar o pasar un tiempo a solas.
Allí se puede compartir entre amigos, estudiar, leer, pensar y tomarse un buen café.
El nombre proviene de una variación del árabe qahve o qahwa. Sin embargo, se dieron cuenta que Café en polaco se escribe kawa.
Quienes visiten el local, que está en la avenida Nutibara desde hace tres meses, podrán encontrar bebidas calientes y frías elaboradas con un café de alta calidad.
Se trata de los Frailes, que proviene de Fredonia. Lo de tienda se da porque aparte de ofrecer productos elaborados, también venden café para que cada persona lo haga en su casa.
Es un lugar con buena música, donde canciones de jazz, blues y tango suenan todo el día en cada rincón, convirtiéndolo en un sitio ideal para leer algunos de los libros que tienen en su biblioteca, divertirse con juegos de mesa y trabajar,gracias a que ofrecen conexión a internet.
El café es elaborado con tres métodos diferentes: sifón japonés, chemex y prensa francesa. Las bebidas son frías y calientes que pueden ser acompañadas con algún alimento, como empanadas orneadas y pay de frutos rojos, elaborado por ellos.
Aclaran que Kawa no es un bar y no venden licor, aunque no descartan en el futuro vender algunas cervezas artesanales.
En el momento de abrir el Kawa decidieron que la zona ideal era Laureles, gracias a que es un barrio muy central, que se caracteriza por su oferta gastronómica.
Por eso, sus creadores, recomiendan que después del almuerzo todos se pueden pasar por Kawa para tomarse un buen café.
Un lugar con un corazón muy grande
En New Hearts Café nada tiene precio, el valor de los productos se lo da cada cliente. Como dicen ellos, cada uno da lo que su corazón le diga: “Es lo que está en tu corazón”.
El nombre significa Café nuevos corazones, y la idea surgió hace dos años.
Sin embargo, solo lograron materializar el proyecto hace nueve meses cuando llegaron a una típica casa del barrio en la avenida Jardín, con la circular tercera.
Lo que quieren es que cada persona tenga un nuevo corazón.
Además, también se trata de compartir, porque en cualquier momento le pueden ofrecer una bebida a una persona sin ningún precio, con el argumento de que “alguien más ya pagó”.
El café no es un negocio para lucrar a una persona. Parte del dinero recaudado es destinado a una fundación de niños en el sector de Niquitao, donde les proporcionan cuatro comidas al día, educación y recreación.
Quienes allí trabajan son voluntarios, y lo hacen porque de esta manera están ayudando, entre otras cosas, a los niños de la fundación.
New Hearts Café proporciona a los visitantes la posibilidad de leer, entretenerse con videojuegos y compartir un espacio entre amigos, porque allá todos se convierten en amigos.
Por ejemplo, llaman a las personas por su nombre, generando un clima de confianza y familiaridad.
Obviamente el café hace parte fundamental del establecimiento y la bebida de la casa es el Newhartspuccino, pero también ofrecen jugos. Aquí no venden licor, y por ahora no tienen alimentos, pero es el siguiente paso.
Allí también tienen un auditorio, y planean que sea utilizado para conciertos y algunas charlas.
Se podría decir que todos los que van al café, muchos de ellos estudiantes, salen con un nuevo corazón.
MATEO GARCÍA
Para EL TIEMPO
MEDELLÍN