En el deporte colombiano, este fin de semana se marca un hito, no es exagerado decirlo. Por primera vez en su historia, se dará inicio a la Liga Femenina de fútbol.
Es un hecho al que hay que darle la importancia que merece, y valorarlo en sus justas dimensiones. En el campo netamente deportivo, nuestro país se convierte en pionero y referente en este avance en América al concretar una liga femenina con todas las de la ley, como se dice popularmente. Esto es, con derechos laborales, de seguridad social y con equipos con igual estructura que los masculinos.
Con 18 oncenos este año y 36 en el 2019, pues todos los clubes en las categorías A y B deberán tener por reglamento una escuadra femenina, constituye el pitazo inicial de una bella oportunidad para miles de mujeres, en el campo y la ciudad, que cada día practican en mayor número este deporte. Ya suena halagüeño decir que en este arranque unas 500 personas, entre jugadoras y cuerpos técnicos, llegan a las canchas.
Y era indispensable la liga como opción de fogueo para nuestra selección, que se ha medido con duros pares en el mundo, con coraje y orgullo, pero sin el indispensable bagaje que da jugar a la sombra de los clubes, con disciplina y regularidad. Así, Colombia se pone a la altura de Estados Unidos, Alemania, Holanda, Japón, entre otras naciones donde a ellas se les dan la importancia y el respaldo merecidos.
Y es obvio que esto contiene una conquista extraordinaria en la equidad femenina. La mujer, qué duda cabe, justa y merecidamente, hoy se expresa en todos los estadios de la vida, pero faltaba en los de fútbol, a donde llega con el claro mensaje de igualdad y, sobre todo, de respeto.
Porque ese es uno de los grandes mensajes, que afortunadamente ya venía expresándose en el balompié nacional, pues en el 2013, tras una solicitud escuchada por la Federación Colombiana de Fútbol y la Dimayor, la campaña No es Hora De Callar (liderada por la periodista Jineth Bedoya, con el respaldo de esta casa editorial) logró llegar a los camerinos de los equipos profesionales, y en especial a los estadios, para sellar una alianza con el apoyo incondicional de ONU Mujeres que enviara un mensaje de no violencia contra niñas, adolescentes y mujeres.
Y ha sido un compromiso serio, fructífero y concientizador. En los últimos cuatro años, la Dimayor ha dedicado una fecha del rentado profesional, en el mes de mayo, para sensibilizar sobre la problemática. Vale recalcar que en el 2014, en la antesala del Mundial de Brasil, los jugadores de la Selección Colombia se sumaron con expresiones de rechazo a la violencia e inequidad de género.
Ahora que se ha ratificado el acuerdo, se irá más allá, con talleres y acciones de sensibilización. Además, con esta alianza, la de Colombia es la única liga de fútbol profesional que lidera una campaña enfocada especialmente a los derechos de las mujeres. Y ya con ellas en la cancha, el llamado será más contundente. A ver si cada día se las mira con mayor respeto.
Así que es hora de jugar. Y de esperar que la liga lleve hinchas a los estadios, que se juegue en paz, que vuelva la familia toda a la tribuna. A propósito, está en manos de gobernadores y alcaldes poner los escenarios a la altura de los mejores del mundo. Vale la pena.
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