Hay llamadas telefónicas que por seductoras y coquetonas han pasado a la historia. Recuerdo las del príncipe Carlos de Inglaterra a su amante Camila Parker, con alto voltaje erótico; las de John F. Kennedy a Marilyn Monroe, casi pornográficas; las del nobel Vargas Llosa a su novia Isabel Preysler, cargadas de sentimentalismo. Hoy, lo más comentado es la dulce llamada del emperador Donald Trump al nobel de paz y presidente, Juan Manuel Santos.
Contaron desde el Palacio presidencial que ellos charlaron 25 minutos y que Trump fue elogioso con su nuevo íntimo amigo Santos-nobel. Dicen que el gringo le preguntó por su yerno Sebastián, por Martín Santos, por sus ‘generales’ Vargas Lleras, Lizcano, los ‘Ñoños’, Motoa y Roy Barreras. Santos, muy cachaco, le preguntó por su esposa, Melania; su yerno Jared y por la bella hija Ivanka.
En la peluquería, Josefina, chusquísima costeña, de 48 años, divorciada, políglota, asexuada y exmillonaria, dijo: “Trump no fue imprudente, no le preguntó a Santos por el plebiscito, ni por el expresidente Uribe ni por las pilatunas del Banco Agrario con Odebrecht”. Trump lo molestó: ¿cuántos millones de dólares le debe Colombia a EE. UU.? Jartísima pregunta: les debemos 154.000 millones de dólares. Esa charla la publicará el Gobierno en millones de folletos. La han elogiado hasta los ultraizquierdistas que en otros años gritaban 'yankee go home!' y “¡muera el oprobioso imperialismo gringo!”.
Y entrevistó María Isabel Rueda a Mauricio Gómez en EL TIEMPO, y él opinó: “Es desconcertante la no publicación de las encuestas desfavorables al Gobierno; si son favorables, todas se publican”. Y protestó porque el Gobierno otorga miles de millones en publicidad, a dedo, entre sus amigos.
Mientras me llega el dulce folleto, leeré, otra vez, las 297 páginas del ‘Acuerdo de paz’ entre las Farc y el Gobierno. Aleluya, seré dichoso este sábado porque, en Bogotá, mi héroe Joan Manuel Serrat cantará 'Mediterráneo', 'Muchacha típica' y 'Cantares'. Lulita Arango, fan irreductible de este poeta, me invitó, y acepté dichoso porque Serrat no es antiespañol, es un querido catalán burlón, futbolero, generoso y alegrón.
Poncho Rentería