Hace mucho tiempo, en una galaxia lejana (la NGC 7610), una estrella supergigante roja terminó su vida en una espectacular explosión que dio origen a una supernova de tipo II, a la que bautizaron como SN 2013fs.
La luz de ese evento tomó 160 millones de años para llegar a la Tierra, donde, en un extraordinario golpe de suerte, robots telescopios que estaban escaneando el cielo nocturno pudieron observar el fenómeno a tan solo tres horas de haber ocurrido. Esto pasó el 6 de octubre del 2013 y el lunes fue revelado por el científico Ofer Yaron y su equipo del Instituto Weizmann de Ciencias en la revista Nature Physics.
Era la primera vez que un evento así se detectaba en las horas posteriores a su estallido y lo suficientemente cerca en el tiempo para observar sus restos, dice el periódico El Mundo.