Gabriel Camargo, el mandamás del Tolima, tuvo un encontrón con Gregorio Pérez, uno de los nuevos y estelares técnicos de la Liga, y lo despidió. Pérez dijo: “El presidente me manifestó que no estaba de acuerdo con la función (sic) del equipo y que ya dejaba de ser el técnico. Mi dignidad no es negociable”.
La prensa en general y la horda de hinchas ‘lincharon’ a Camargo porque dizque no tenía autoridad para decirle nada al DT a pesar de ser el dueño, presidente, alma, vida y obra de lo mucho o poco que es y ha sido el Tolima, que a propósito es el subcampeón...
Soy de los que cree que el culto, la idolatría, la veneración al técnico por parte de la prensa hace parte de esta negación de la realidad. No puede ser que solo unos cuantos elegidos e iluminados entiendan los códigos y mandamientos de un juego que practican los niños. Por eso volvieron intocable al técnico y lo convirtieron en lo más importante, cuando en el fútbol lo más importante son los futbolistas. Así las cosas, ¡Ay del impío directivo o del dueño hereje que medio le diga algo al enviado del dios del fútbol a la Tierra! Solo ellos entiende el juego.
El dueño es el dueño. El presidente es el presidente. Y el técnico es el técnico. Y cada quien en su rol con respeto, protocolos, acuerdos y fronteras.
“Entonces que dirija el directivo”, alegan. “Para que lo contrata si él le va a decir qué hacer”, gritan. “Es un irrespeto con el técnico”, estallan.
No conozco ninguna empresa en la que el dueño contrate a un empleado para que sea su jefe. Supongan que en su casa usted dice que quiere pollo para el almuerzo, pero quien cocina le sirve pescado. O quiere que las camisas vayan almidonadas y organizadas por colores, pero quien las alisa ni pasa la plancha y las pone con las medias.
Estoy seguro, pero segurísimo, de que de la misma manera ustedes no admitirían que les dijeran: “¡Entonces venga usted y cocine y planche, pues yo tengo dignidad y eso no se negocia!”. ¿Ven...?
En el caso de Camargo y Pérez los dos tenían el derecho a obrar como lo hicieron. Uno a decir y el otro a irse. ¿Qué les faltó? Haber tenido claros protocolos de comunicación y procedimiento desde antes y determinar las fronteras de la autonomía, las órdenes, las opiniones y las sugerencias para que no se interpreten irrespetos o mangoneos. Vinieron a hablar justo en el incidente que terminó en esta alharaca.
En Santa Fe, el gran Santa Fe del último lustro, el presidente Pastrana (que además es el que tiene más acciones) botó a Boyacá por lo mismo y lo reemplazó por Gutiérrez y todos sabemos cómo sonaba el celular de Gutiérrez en el banco ¡y fue el primer ‘nuevo DT campeón’ santafereño!¡A Leonel lo acaban de sacar del DIM por ‘incompatibilidad de acatamiento’, y a Raúl Giraldo, el mismo que sacó en un intermedio a Hernán Torres, por no hacerle caso!
Cuando un empleado, cualquiera que sea y en la empresa que sea, no está de acuerdo con algo solo tiene estas alternativas: 1. Exponer su punto para tratar de convencer a su superior (el dueño o el presidente es el superior del técnico). 2. En caso de no convencerlo, puede intentar llegar a un punto medio. 3. Si fracasa en eso, solo puede obedecer o no. Y, 4, si es eso último se va o ‘lo van’, tal como pasó en el Tolima.
En mis 26 años mal contados de carrera periodística, ninguno de mis jefes me ha dicho qué decir o qué no decir en mis columnas y crónicas ni en mis intervenciones de televisión. En el periodismo se sabe que las opiniones y aseveraciones en espacios editoriales son responsabilidad total de quien firma y afirma y asume en consecuencia.
En el caso de Camargo y Pérez, insisto, los dos tenían el derecho a obrar como lo hicieron. Y seguro que Camargo, como casi todos los dueños, habla, dice, sugiere y hasta ordena. Y si esperan que eso no ocurra, sabemos que con todos, Pastrana, Fuad, Giraldo y Gabriel, no va a pasar...
Meluk le cuenta…
GABRIEL MELUK
Editor de DEPORTES
En Twitter: @MelukLeCuenta