Una nueva contingencia ambiental, como la sucedida entre abril y marzo del 2016, está cerca. El Área Metropolitana del Valle de Aburrá, autoridad ambiental para estos casos, había advertido a principios de este año que esperaban que la calidad del aire se tornara peligrosa para grupos sensibles, y posteriormente para toda la población, entre finales de febrero y la primera mitad de marzo.
Sin embargo, luego de tres días de incendio en el cerro Quitasol, de Bello, varias de las estaciones de medición del aire del Sistema de Alertas Tempranas del Valle de Aburrá (Siata) amanecieron con un Índice de Calidad del Aire (ICA) que había pasado de amarillo (moderado) a naranja (dañino a grupos sensibles), y una de las estaciones llegó a rojo (dañino para toda la población).
Las estaciones del Siata miden las concentraciones de Material Particulado en el aire, tanto el de 2,5 (PM 2,5) como el de 10 (PM 10) micrógramos por metro cúbico de aire.
“Cuando hay un incendio dentro del valle se aumenta el material particulado, especialmente el PM 2,5 y eso altera los valores del ICA, también nos va a aumentar lo que se llama el Black Carbon, material particulado muy fino que es el que es dañino para la salud”, explicó Carmen Zapata, directora del Laboratorio de Calidad del Aire de la Universidad Nacional (Calaire).
A pesar de la afectación del ICA por el incendio, Maria del Pilar Restrepo, subdirectora Ambiental de Área Metropolitana, aclaró que por el momento no se activará el Plan Operacional contra Episodios Críticos de Contaminación Atmosférica (Poeca), protocolo presentado en enero de este año.
“Teniendo en cuenta que todavía permanecemos en tiempo seco, que hay muy buena radiación, buena presencia de vientos y demás, no consideramos que se vaya a necesitar la activación del Poeca”, dijo Restrepo.
En esto coincide Zapata, quien expresa que “no es porque un solo día tengamos una estación en rojo, es un seguimiento que se tiene que presentar varios días para hacer la alerta amarilla y ya después pasar a la roja”.
No obstante, el riesgo de que ocurran más incendios (el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres mantiene alerta roja en el valle de Aburrá) es un agravante para la contingencia ambiental que se espera hacia finales de este mes.
Durante esas fechas terminará la transición entre la temporada seca y la temporada lluviosa, y el valle posiblemente experimente una inversión térmica, que dificulta que el aire contaminado salga del valle de Aburrá. El calor del sol calienta el aire, que asciende y es arrastrado por los vientos que vienen del norte.
Sin embargo, durante la noche o en tiempos con menos radiación solar, las emisiones no pueden ascender pues el aire más frío es más pesado; y al no poder mezclarse con los vientos del norte, no sale del valle. El resultado: una nube gris que cubre el cielo paisa.
El incendio duró tres días
Desde las 11 de la mañana del 8 de febrero comenzó en el cerro Quitasol, de Bello, un incendio que consumió cerca de 100 hectáreas de vegetación y estuvo activo hasta el 10 de febrero.
Para apagarlo fue necesario el apoyo de 60 Bomberos de los municipios de Bello,Copacabana, Itagüí y La Estrella, al igual que 34 hombres del Ejército.
El 9 de febrero también fue necesaria la intervención de la Fuerza Aérea que realizó descargas de agua sobre el incendio. El evento se presentó durante la primera temporada seca del 2017 y en la semana más calurosa que ha tenido el Área Metropolitana este año, según reportes del Siata.
Por otro lado, entre el 1 de enero y el 9 de febrero del presente año habían sido reportados 11 incendios en la cobertura vegetal de nueve municipios de Antioquia, según informó el Departamental de Gestión del Riesgo de Desastres.
MARÍA ISABEL ORTIZ FONNEGRA
Redactora de EL TIEMPO