Fue el 19 de septiembre de 2008. Kraken, de Colombia, había cerrado el primer día de la sexta edición del Quitofest, una especie de Rock al Parque ecuatoriano que por primera vez se realizaba en tres días, y que muy en la forma del evento bogotano había dedicado su jornada inicial a los sonidos extremos del metal.
Fue uno de esos conciertos impecables, una premisa que rondó siempre en el profesionalismo de Elkin Ramírez, su hoy difunto líder. En los camerinos, en medio de esa particular felicidad que conjugada con cansancio refleja el deber cumplido del músico, el cantante repartía esas sonrisas y saludos afectuosos que siempre le acompañaron.
Sin razón particular alguna, Elkin me convidó a que esa noche tomáramos unos whiskies y habláramos de la vida, tal como aconteció. Y ese fue el día que conocí al ser humano que era más allá del artista que todos veían. La conversación fluyó en torno a la cotidianidad, la familia, los logros, los sueños, las experiencias que construyen la vida y obviamente la música. En esto último me sorprendió que esa insignia del rock fuerte de nuestro país fuera sensible a tantas formas musicales que pasaban del pop más elemental a la balada tradicional.
Hubo otros momentos con Elkin. Uno similar al anterior, cuando fui invitado por Kraken, nuevamente a Ecuador, en esta ocasión a Ambato, para un festival que nunca se hizo, por lo que el periplo se convirtió en un paseo en el que, con la banda, terminamos hospedados en un hotel solitario en una zona desértica que daba mera apariencia de película de terror.
Un encuentro casual en una camioneta que nos llevaba a algún evento y en el que me contaba de la insatisfacción que sentía por el equipo de management que recién dejaba y una reunión que hicimos, hace un poco más de dos años, en la zona de comidas de un gran almacén cuando yo pretendía que su siguiente disco lo hiciera con mi buen amigo el ingeniero y productor Germán Villacorta.
Esa es una buena forma de recordarlo, con su caballerosidad, su gentileza, su bondad, su sinceridad a la hora de decir “amigo”. Y ahora, causa tanta tristeza su partida como el enterarse de que muchos, a tan sólo días de su partida, quieren aprovecharse de una manera u otra de su legado. Elkin estuvo y estará más allá de eso.
DANIEL CASAS
Periodista musical