Como una mujer sumamente entregada y trabajadora. Así describen, desde la orden de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, a Gloria Cecilia Narváez Argoti, la religiosa perteneciente a esta congregación y quien fue secuestrada en la noche del martes en Malí (África occidental).
Narváez es la superiora de un grupo de tres monjas colombianas y una de Burkina Faso que están en una misión apostada en la región de Sikasso, unas seis horas al norte de Bamako, la capital del país.
La religiosa fue secuestrada por cuatro hombres que “gritaron que eran yihadistas” cuando se llevaron a la monja, según la fuente de seguridad local. Sin embargo, el secuestro no ha sido reivindicado por ningún grupo.
La religiosa, de 56 años, fue obligada a subir en una ambulancia de la parroquia para la que trabajaba, explicó un concejal de Karangasso. “Solo la secuestraron a ella”, añadió una fuente de la iglesia del pueblo.
Tras el plagio, “los secuestrados se habrían dirigido hacia Burkina Faso”, dijo una fuente de la seguridad de ese país.
La Cancillería colombiana detalló que el secuestro se produjo en la aldea de Karangasso, cerca de Koutiala, unos 400 kilómetros al este de Bamako. En dicha población hay cuatro religiosas franciscanas.
“Es una mujer muy entregada, una educadora que sabe ver cuáles son las necesidades de las personas”, dijo la hermana Noemí Quesada, superiora de la congregación en Bogotá.
“Les pedimos a los cristianos que oremos por la liberación de ella y la de tantos cristianos retenidos en oriente”, apuntó Quesada.
La hermana Narváez lleva 12 años en el continente africano, seis de los cuales los pasó en Benín y los seis siguientes, en Malí.
Oriunda de Pasto, Nariño, desarrolla su trabajo misionero junto a otras tres hermanas: Sor Sofía, de Tumaco (Nariño), Sor Clara, de Medellín y Sor Adelaide, de Burkina-Faso.
En Malí, las religiosas franciscanas trabajan en un hogar de niños huérfanos con edades entre los cero y los dos años, y llevan a cabo procesos de alfabetización en la comunidad, sobre todo entre las mujeres.
Además, en el lugar cuentan con un centro de salud. De acuerdo con la hermana Noemí Quesada, fue precisamente de este punto de atención donde los captores hurtaron la ambulancia en la que se llevaron a Narváez con rumbo desconocido.
“Los secuestradores dijeron que la iban a regresar dentro de dos días”, aseguró Quesada, quien agregó que el obispo de la diócesis de Sikasso tomó la decisión de reubicar a las otras tres hermanas en la zona de Karangasso. Las autoridades locales informaron ayer de la detención de dos sospechosos.
“Si son yihadistas, no va a salir con vida; eso tememos, porque ellos dijeron que tenían la orden de matar cuando se la llevaron”, le dijo la madre superiora a la agencia AFP.
El sur de Malí, donde fue secuestrada la religiosa colombiana, ha sido escenario de ataques yihadistas en las fronteras con Costa de Marfil y Burkina Faso.
Malí vive una insurrección yihadista en el norte del país. A principios de 2012, la región llegó a caer en manos de grupos yihadistas vinculados a Al Qaida, aprovechando la retirada del ejército frente a los rebeldes tuaregs, que inicialmente se habían aliado a estos grupos antes de ser expulsados.
A partir de enero del 2013, la intervención militar internacional liderada por Francia, que todavía sigue, expulsó a gran parte de los yihadistas, pero todavía hay muchas zonas bajo su control.
El 24 de diciembre del 2016, la francesa Sophie Pétronin, quien dirige una asociación de ayuda a la infancia, fue secuestrada por hombres armados en Gao (norte).
AFP y EFE