Vuelve, del jueves 9 al domingo 12 de febrero, el extraordinario Carnaval de las Artes de Barranquilla. ‘Extraordinario’ es la palabra porque, estableciendo una suerte de juego con los festivales literarios tradicionales –cuya cumbre ha sido, en los últimos años, el Hay Festival de Cartagena–, el Carnaval se la ha jugado toda por la frescura, por la celebración de la rareza, por la informalidad en el mejor sentido de la palabra. Se trata de una apuesta ganada por un grupo de organizadores comandado por el prestigioso periodista Heriberto Fiorillo: un evento cultural gratuito, capaz de reunir los nombres que ha reunido para hablar sin ambages sobre el hecho de crear, sobre el milagro de producir belleza donde al parecer no había nada, tiene que seguir existiendo.
En una sociedad tan habituada a las malas noticias, resulta una proeza, por demás, montar un festival que devuelva algo del optimismo perdido, algo de la perspectiva que se nubla por culpa de los vaivenes de la política. Es, sin duda, un esfuerzo enorme e impagable que sin embargo ha contado con el afecto de su público.
Gracias a una red de afectos que ha ido creciendo en estos últimos once años, por el Carnaval de las Artes han pasado –por el puro amor al arte, por el puro amor a ese espacio que siempre está del lado de los artistas– protagonistas de la cultura, brillantes pero siempre cercanos a sus públicos, como Laura Esquivel, Almudena Grandes, Luis García Montero, Fernando Trueba, John Sayles, Matt Dillon, Marisa Tomei. Esta vez se ha confirmado la visita del pianista Ricardo Ray, el actor Giancarlo Giannini, la cantante Andrea Echeverri, el bolerista Alci Acosta y el caricaturista Matador.
Como puede verse, el alegre Carnaval de las Artes de Barranquilla, que hace por las mentes lo que el otro carnaval hace por los cuerpos “como una revista de artistas en vivo” –ha dicho Fiorillo–, se niega a rendirse en su búsqueda de un grupo de artistas que subrayen la idea de que la gracia del arte ha sido siempre la misma gracia del mundo: la diversidad, el descubrimiento maravillado de las diferencias.
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