Señor Director:
El problema de las drogas es tal vez el más complicado que le está quedando a Colombia. De él dependen muchos males: muertes, violencia, corrupción, mala imagen del país, condicionamientos internacionales y enormes costos para el país. No podemos enfrascarnos en quién tiene las cifras más exactas de cultivos, consumo o microtráfico. Lo único es actuar en una sola dirección. Hay que atacar los cultivos, las rutas y las mafias; hay que prevenir el consumo, hacer campañas oficiales y tratar a los adictos. Y demostrar éxitos, porque Estados Unidos nos ayuda, pero nos exige. Y ahora con Trump no sabemos. Eso es todo.
José Francisco Piñeres
Bogotá
Revivir la historia
Señor Director:
Me refiero a la columna de Gabriel Silva cuando se precia de haber recibido enseñanza en la historia, en los siguientes términos: “Mi pasión e interés en los asuntos públicos nacen de haber contado con la fortuna de tener -en la escuela- clases de historia y de cívica desde temprana edad”.
Resulta realmente triste que un país como Colombia haya abolido de los programas de enseñanza primaria y secundaria, hace ya más de 30 años, la asignatura de la historia, en una decisión que realmente deja mucho que desear en la formación del ciudadano, pues lo que podemos observar hoy es una ignorancia casi total en todo lo que tiene que ver con nuestro pasado, situación que nos lleva a actuar sin conocimiento frente a lo que ha sido el devenir de nuestra sociedad.
Se han hecho varios intentos por revivir esa cátedra, pero no ha existido el interés suficiente para tomar la decisión por la vía legislativa. A su vez, en los sucesivos gobiernos, este tema no ha llamado ninguna atención. Ojalá pronto se pueda enmendar este error, para que no sigamos condenados a repetir la historia, por no haberla conocido.
Eduardo Durán Gómez
Presidente de la Academia Colombiana de Historia
Paños de agua tibia
Señor Director:
La propuesta del alcalde Peñalosa de decretar una y media hora de restricción de vehículos es una alcaldada sin valoración alguna. Son paños de agua tibia para solucionar la movilidad en la capital, que requiere de algo más tangible, como, por ejemplo, la utilización de trenes aprovechando la extensa red férrea existente, creando estaciones abastecidas por buses alimentadores, que permitirían el acercamiento de la gente a sus destinos.
También, resulta necesario crear un cuerpo policial o particular exclusivamente dedicado a ordenar el tránsito en los puntos críticos de la ciudad, pues el que existe ahora brilla por su ausencia, pues se ha dedicado exclusivamente a ubicarse en lugares apartados y oscuros para pescar comparendos.
Pero antes que todo, lo que Bogotá reclama a gritos es la construcción de nuevas vías, sin chanchullos.
Héctor-Bruno Fernández Gómez
Bogotá
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