La La Land es el suceso de moda en el cine. ¡Igualó el récord de 14 nominaciones a los Óscar! y hablan de ella maravillas: que es colosal, que es la mejor de las mejores...
Y va uno a ver y es ahí, normalita; larga y en gruesos pasajes hasta aburridora, llena de lugares comunes, con una trama sin sorpresas, obvia y repetida. Dos horas y ocho minutos soportables en su banda sonora (de lejos, el jazz es lo mejor) y en un par de diálogos. Eso sí, el final, los últimos 10 minutos, es lindo, bien hecho, emotivo, para pensar en lo que pudo haber sido y no fue, y lagrimear.
Pero tanto elogio es exagerado. Seguro. Es la industria de Hollywood mirándose al espejo maravillada en su propia apología, hundida en su narcisismo de referencias a algunas viejas cintas (como ya pasó con Hugo o El artista); es la Academia satisfaciéndose yo con yo, enamorada de su ombligo. ¡Se celebra y engorda a sí misma! Una película de ellos para ellos.
Con La La Land pasa como con ‘La La Liga’ de fútbol nuestra que empezó este fin de semana: la industria misma del fútbol local se la pasa diciendo que es maravillosa, la mejor de Suramérica porque en Argentina solo hay patadas y en Brasil se acabó el fútbol; que frente a nuestro campeonato resulta que el de España es aburrido y el de Italia, un ladrillo.
“Aquí están los equipos que verdaderamente amas”, repiten, y cuando cualquiera hace un golecito, es la demostración del trabajo, la insistencia y el sueño cumplido para ir a la Selección Colombia o al Chelsea. Una película de ellos para ellos.
La La Land tendrá cositas, pero no es Casablanca, El padrino, Manhattan o El bueno, el malo y el feo; no es incluso Pulp Fiction ni La vida es bella. ‘La La Liga’ tiene sus cosas, pero ni pudo poner en Europa (¡ni en México!) al Mejor Jugador de América y su mayor transferencia de este mercado fue a China. El grueso de sus fechas son largas y aburridas, con un montón de equipos como escenas de relleno. Claro, de vez en cuando sale un buen partido y hay un par de golazos y tres atajadas buenas y un pase lindo o una gambeta electrizante, como cuando suena el jazz puro en La La Land.
‘La La Liga’ también tiene lo mejor en su corto final, en su remate de pocos partidos emotivos para pensar en lo que pudo haber sido y no fue, para lagrimear y poner la piel de gallina.
Una ganó los Globo de Oro y los premios de la crítica. La otra, la Libertadores y la Suramericana. A una le escogieron a sus actores como los mejores, y a la otra, también. Félix de Bedout dijo en La W, sin ponerse colorado, que si La La Land es la superpelícula del año, pues habrá que imaginarse cómo serán de flojas las otras. Así, pues, al buen entendedor... ¡Y podrá ganarse todos los premios: aquí ya sabemos cómo nos fue con los de ‘La La Liga’!
Lo política y socialmente correcto es afirmar que La La Land es una belleza de hermosura: es lo fácil, lo cómodo. Pero al ver la película y comprobar que no es tanto, se respira con alivio que no se peca al saber que ‘La La Liga’ es como la misma vaina.
Meluk le cuenta…
GABRIEL MELUK
Editor de DEPORTES