La legendaria música Nina Simone recibió su diploma de pianista pocos días antes de morir. En abril del 2013, el Instituto de Música de Curtis, de Filadelfia, decidió otorgarle un título honorífico, un gesto que venía a cubrir una deuda histórica, ya que cuando la fallecida artista aun llevaba el nombre de Eunice Kathleen Waymon, en 1951, le negaron una beca para estudiar piano clásico. Simone contó que le tomó seis meses darse cuenta de que la habían rechazado simplemente porque “era negra”.
Fue un “golpe de racismo” que nunca pudo superar, pero que también fue acomodando su sendero en el género que le dio la inmortalidad musical y en el que pudo transmitir su lucha por los derechos afro.
“Gracias a que no fue pianista negra pudo ser la gran sacerdotisa del blues”, dice el coreógrafo colombiano Álvaro Restrepo, un artista que se fascinó hasta tal punto con la figura de Simone que decidió crear una obra en su homenaje, Negra / Anger.
Es una pieza con la que su grupo, que fundó junto con la francesa Marie France Delieuvin, comenzará las celebraciones de sus 20 años de trabajo, con una serie de presentaciones al más alto nivel. Este jueves, actuaron en la Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz. Este viernes y sábado y tendrán funciones en el Teatro Colón.
“La obra es una meditación sobre el tema de la segregación, de la discriminación, de la negritud –asegura Restrepo–, pero yo digo que más que un grito de denuncia es un canto corporal que celebra la diversidad; yo creo que ese es el mayor patrimonio que tienen no solo nuestro país sino la humanidad”.
Negra / Anger nació de un pedido del Observatorio Distrital Antirracismo de Cartagena, que buscaba denunciar y visibilizar los problemas de discriminación racial que persisten en la ciudad Heroica.
“Sabemos que Cartagena es una ciudad con una situación social muy compleja y con un problema de lo que yo he llamado un ‘apartheid silencioso’ –cuenta el coreógrafo–... Nosotros propusimos una acción de danza en la que recogíamos otras puestas en escena que habíamos hecho que tocaban este tema de la negritud, de la segregación”.
Hay otra figura artística cuya obra impregna el montaje, se trata del poeta e intelectual de Martinica Aimé Césaire, que también luchó por los derechos de los afrodescendientes y fue quien impulsó el concepto de negritud.
El grupo ya había creado otra pieza inspirada en el poeta, Palabrademar. En este caso, se utilizan algunos poemas de uno de sus libros más celebrados, Cuaderno de un retorno al país natal.
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La tierra prometida del Colegio del Cuerpo queda a unos 15 minutos de Cartagena, en el sector de Pontezuela. Es un terreno de cuatro hectáreas, en el que el instituto tiene el sueño de comenzar la construcción de su sede, un proyecto diseñado por el arquitecto Leopoldo Javier Combariza.
Restrepo, un estudiante de filosofía que llegó tarde a la danza, a sus 24 años, confía en que este sea el legado físico del grupo, aunque también hay varias herencias intangibles, como sus montajes coreográficos y los más de 8.000 estudiantes que han pasado por su programa pedagógico.
Ese testamento nació cuando Restrepo y Delieuvin comenzaron a trabajar en un espacio en el claustro de San Francisco, que les otorgó la fundación Círculo de Obreros de San Pedro Claver.
Ahora, la celebración de estos 20 años también son una excusa para hacer balances. Restrepo se confiesa cansado, pero satisfecho por el camino recorrido y expectante por lo que está por llegar. “Yo creo que este debe ser el año de la consolidación del proyecto como un patrimonio de la ciudad, de la región, del país...”.
El trabajo del Colegio del Cuerpo se divide en dos frentes, uno de ellos es el proyecto de educación complementaria en danza que realiza con instituciones educativas como la San Francisco de Asís y la de Pontezuela. El otro es el artístico, liderado por la Compañía del Cuerpo de Indias –núcleo profesional del colegio–, que ha creado montajes como Cuarteto para el fin del cuerpo, A Dios el mar, El otro apóstol, Inxilio: el sendero de las lágrimas y Flowers for Kazuo Ohno and Leonard Cohen, entre otras.
Ambos frentes se benefician de un terreno fértil para la danza como es Cartagena. Es una ciudad con inteligencia corporal, como afirma Restrepo.
“Lo que faltaba tal vez en Cartagena, y que todavía sigue faltando, es más oportunidades para que ese enorme talento que hay encuentre formas de canalizarse hacia la vida profesional, hacia el rigor –reflexiona el coreógrafo–. Pero bueno, creo que se están dando esos primeros pasos, ya hay algunos egresados del colegio que están armando sus propios proyectos. Ese es el efecto multiplicador”.
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Uno de los próximos proyectos de Restrepo es el montaje de una nueva versión de 'La consagración de la primavera', de Stravinsky, una de las piezas musicales y de danza más representativas del siglo XX.
La obra se llamará 'La consagración de la paz' y la idea es hacerla en clave colombiana. La original de Stravinsky tiene dos partes,'La adoración de la tierra' y 'El sacrificio', que pueden servir como metáforas del conflicto que ha vivido nuestro país.
“Para mí, la primera es un poco la obsesión por la tierra, la lucha por el territorio, que es lo que nos ha llevado a la guerra y a la locura. Y 'El sacrificio' lo veo más como el perdón, como ese sacrificio que vamos a tener que hacer y que estamos haciendo si queremos salir de la espiral de la guerra”, apunta Restrepo.
Este montaje será una continuación de un trabajo que se ha interesado por la realidad social del país. Inxilio..., por ejemplo, se estrenó como una multitudinaria ceremonia en la que participaron centenares de víctimas del desplazamiento. En una de sus funciones, en Medellín, participó el presidente Juan Manuel Santos, en un gesto que se convirtió en un simbólico acto de reparación.
Era también una muestra del papel que puede tener el arte en estos procesos de reparación y de paz. “Nosotros estamos muy esperanzados, hemos trabajado mucho por este sueño –dice Restrepo–, por este cambio de mentalidad porque nos demos una oportunidad, le demos una oportunidad a la paz. Yo creo que la educación de la sensibilidad, la educación por el arte y para el arte es una oportunidad de que cambiemos ese chip, para que entremos en la construcción colectiva de un proyecto de nación”.
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Negra /Anger es protagonizada por 32 bailarines. Para las presentaciones en Bogotá, 18 de ellos vienen de Cartagena y los restantes fueron seleccionados del programa de artes escénicas de la Universidad Javeriana y también participan intérpretes externos, en su mayoría afrodescendientes.
La conformación del grupo responde a uno de los intereses del director: que el elenco no solamente esté integrado por bailarines profesionales o que no tengan el mismo tipo de formación, pueden venir de la danza tradicional, de la clásica o la urbana.
“Justamente, yo creo que la obra habla sobre eso, sobre la diversidad. En el final de la pieza hay un momento de gran fiesta, con una canción de Nina que se llama Sinnerman (El pecador), cada uno sale a hacer un solo y a mostrar quién es, a mostrar lo que sabe, de dónde viene. Es un momento de realzar esas diferencias”.
El grupo también ha explorado esa diversidad en otros países. En el 2015 y en el 2016, por ejemplo, estuvo en el Watermill Center, un laboratorio artístico creado por el prestigioso director Bob Wilson en el sector de los Hamptons de Nueva York.
Una de las experiencias más enriquecedoras de esas pasantías fue el trabajo que los artistas colombianos realizaron con un grupo de nativos americanos chinook. “Estamos pensando que tal vez el trabajo que hicimos, todavía lo estamos estudiando, lo podemos traer quizás a la Bienal de Danza de Cali”, añade el director.
Además de este proyecto, el grupo tiene planeadas presentaciones en Madrid, un mes de trabajo en colegios de París y también presentaciones de su nueva obra en el marco del año de intercambio cultural Colombia Francia 2017.
Funciones de la obra
Este viernes y sábado, a las 7:30 p. m., en el Teatro Colón. Calle 10 n.° 5-32, Bogotá.
Informes: 381-6358. Boletas desde 35.000 hasta 60.000 pesos.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO